CORNUDO

¡Había tanto bochorno en su dormitorio!  Esperaba a su esposo que fue a una ciudad cercana a comprar material eléctrico. Aburrida y soñolienta  decidió darse un baño e irse a dormir a la recámara de su sobrina Adela. Adela tenía viviendo seis meses con el matrimonio  y tuvo que salir de improviso a casa de una amiga para  hacer una tarea, en la que se jugaba su calificación semestral. Pasada la media noche abrió la ventana de par en par para que el viento fresco de la noche menguara su calor,  miró hacia la calle oscura y  entrecerró las cortinas. Llevaba  una bataSigue leyendo «CORNUDO»

EL RONDI

Cuando pregunté por el Rondi, ella puso cara de “no me acuerdo”. Dije ¿cómo es posible de que no te acuerdes de él, si te llevaba a todas partes, incluyendo a tu marido? “Ah el Rondi”, reaccionaste. “pues no sé nada de él”. Allí si te di la razón, pues a mí me pasa lo mismo, soy tan desmemoriado que algunas cosas se han ido de mi cabeza. Pero no puedo pensar que a ti se te haya olvidado: tenía alrededor de treinta años, ágil, juvenil con sus rizos dorados que le caían sobre la frente. Alto, esbelto. con una manera de caminar felina y al cruzar la pierna, dejaba que el pie se balanceara como si tuviese resorte. Era típico de él,Sigue leyendo «EL RONDI»

LA PANDORGA

Habían pasado muchas temporadas de vientos y cometas, cuando recordé con pureza el día   que conocí a Noemí. Recién  había inaugurado  mi barba y me estremecía  cuando el agua de colonia cerraba los poros de mi piel oscura. Mi pasión era construir pandorgas. Iniciaba con la selección del bambú: limpio, seco y con suficiente espacio entre nudo y nudo. El viejo Meraz, lo  tenía, lo vi. Hace meses lo cortó,Sigue leyendo «LA PANDORGA»

EL PUENTE DENTAL

Llegó a su casa con hambre después de la media noche. Trasteó en la cocina y había sopa con pescuezos y patas de pollo. Al mordisquear el hueso tuvo un dolor intenso en la encía inferior. Con los índices extrajo la prótesis dental y la puso sobre la mesa. Para rehabilitar la dentadura se endrogó para liquidarle a la dentista. Al finalizar de comer, los huesos, en vez de tirarlos al cesto de la basura, los dio al perro de un vecino que dormía bajo un árbol que creció a un lado de su casa. Regresó a la cocina Sigue leyendo «EL PUENTE DENTAL»

NOCHE DE HORROR

Entregó el aluminio en el centro de acopio y sin apartar la vista de la bascula tuvo la certeza de que le sobrarían algunos pesos para comprarle a su esposa el vestido amarillo con rayas negras, que ella deseó cuando lo vieron en aquel aparador donde el maniquí que lo exhibía acariciaba al mismo tiempo a una pantera de color negro. La llevaría ese domingo al circo, que recién se había instalado cerca de su casa. Vivían en la periferiaSigue leyendo «NOCHE DE HORROR»

BULLYNG -LA PELEA-

A Juan y Felipe los conocí en el primer año de secundaria. Dos personas no pueden ser tan diferentes. Uno el fortachón, que todo lo convierte en el que: “ si pierdo arrebato” el otro sumiso, con su cara alargada y de ratón. Los diez minutos que había de asueto entre clase y clase, era para Juan seguramente un infierno. En cuanto el maestro salía, Sigue leyendo «BULLYNG -LA PELEA-«

MARIPOSA

Había comprado un lote de libros viejos a insistencia de su esposa, —no estaba para dispendios, pues su situación era apremiante— Él confió en la intuición de ella y resolvió la operación obteniendo un préstamo con intereses altos y dejando en garantía el resto de sus propiedades.

—Con una joya que te encuentres será suficiente para salir del atolladero. Sigue leyendo «MARIPOSA»

CARDENAL DE OJO BLANCO

A la abuela le gustaba vivir en casa de mamá. Por las tardes se mecía en la poltrona y entregada a la sensatez de las horas disfrutaba del viento, de las margaritas en floración y del canto de los pájaros que por instantes les daba por silbar. Había clarines, sinsontes, calandrias, jilgueros y dos cardenales. La abuela Camila se había venido del rancho, -papá la había traído. Primero estuvo con mi tía, en un departamento con todas las comodidades, pero decía: “Veo puro carro y de la ventana solo se miran las azoteas con tendederos de ropa”. Nosotros vivíamos en las afueras de la ciudad, Sigue leyendo «CARDENAL DE OJO BLANCO»

LAS MARGARITAS

Compré margaritas enanas. Las puse en un florero transparente y las orienté hacia donde  vives. Sonreí al mirarlas y creí leer que sus corolas decían: «somos de Coco».
Las margaritas parecen juguetes. Son diminutas. Tienen un centro dorado y unos pétalos blancos. El señor que me las vendió, dijo que  son: «grandes, casi gigantes». -Me apreté la boca con la mano para no carcajearme- y seguí atento » las cultivan bajo el influjo de la luna y el sol les llega con ayuda de espejos a un valle Sigue leyendo «LAS MARGARITAS»

LA RISA

Lo llevé a casa y presenté a mis padres. Acepté que en el domicilio nuestras emociones deberían de ser contenidas; pero extrañaba sus caricias.  Al anochecer pasaba a verme. Decía “hola que tal como te ha ido” sonreía y contestaba “bien” Luego íbamos a la sala y mamá le traía un vaso con agua de frutas. Cuando las palabras se hacían bolasSigue leyendo «LA RISA»

GALLETAS DE NAVIDAD

Ella vio a su amiga Margot poner un chicle en la bolsa del pantalón del maestro y con picardía le cerró el ojo, al tiempo que el dedo índice cruzaba los labios de su boca. Cuando el mentor de primaria, metió la mano para buscar sus llaves, se encontró con el pegajoso chicle. —Tú fuiste Margot. —No maestro, yo hacía mi tarea con Dané. ¿Verdad Dan, que sí? El maestro movió la cabeza y siguió su clase. No dándole mayor importancia. Una mañana, cuando su mamá había dispuesto la ropa que calzaría su papá, impulsivamente puso un chicle en uno de los calcetines. Cuando llegó de la escuela, su papá le preguntó: -¿Fuiste tú quién metió un chicle en mi calcetín? -No papá -¡Segura! Los ojos del padre la veían directamente y ella a diferencia de su amiga, no sostuvo la mirada. —Estás castigada. —No te compraré nada en esta semana previa a la navidad. Sigue leyendo «GALLETAS DE NAVIDAD»

LA ESPERA

Despierto a la hora en que el viento golpea las ramas de la Guácima. El cementerio es alumbrado todavía por las veladoras que depositaron en la tarde. Algunas personas transitan por aquí para llegar a la parada del camión. Las sigo. Luego regreso. Este atajo lo recorrí una noche sin luna. José caminaba delante, yo atrás. Sólo se oían nuestros pasos y,Sigue leyendo «LA ESPERA»