Emergencia en el centro comercial.

Escribo para darme el placer. Viejas cosas se convierten en nuevas por la magia de las palabras. Revives, imaginas, inventas o revuelves y das paso a un  ser que volará por las redes y  encontrará un receptor en el  camino. Escribo para darme el placer y si a la vera,  hay un papel brillante, una propuesta imaginativa y  una editorial que no teme, entonces el vuelo  del navegante se  vestira de tinta secular.
 «Emergencia en el centro comercial paga 88» Es el texto que escribí para el libro que recien se presentó en el palacio de  Bellas Artes de la ciudad de Mexico. La idea del antoólogo fue identificar un sinnumero de seres que no son imaginarios , que convivimos con ellos. Cada texto es el resultado de la imaginación y creatividad de cada escritor. La foto que me  hizo llegar  José Manuel Ortíz Soto Ortíz – el realizador de la idea-  fue la de una oruga.  La foto es de Beatríz Hernández, biologa. Este es el resultado:

EMERGENCIA EN EL CENTRO COMERCIAL

Floresencias  brocolianaas brotan del cuerpo verde limón dividido en segmentos por círculos sepia. Al avanzar ladea la pesada testa. Nadie sabe de donde salió, la gente corre de un lado a otro.Parece un tren verdoso que al reptar deja sobre el piso un rastro de gel nauseabundo. Cada vez se hace más grande, tanto que parece que de un momento a otro estallará. Babea y graves hipos la estremecen. » Ya viene en camino la policia» se escucha repetidamente por los altavoces. El gemido se hace mas agudo- parece que llora- Las enormes paredes del intruso se rompen y una luz multicolor levanta el vuelo, perdiéndose en la noche estrellada.

Freud

Tomó el puro. Lo olfateó, lo puso en su boca mordisqueándolo. Con la izquierda lo detenía; con la derecha hizo fuego. Haciendo pausas, removía el humo y chupeteaba los labios degustando el buqué del habano. Miró a la docta concurrencia que asombrada seguía sus movimientos. Golpeando sobre la mesa de honor dijo:

-Colegas, les recuerdo que también se fuma por placer y no sólo por deseos insatisfechos.

Recuerdos

¡Qué tiradero! Un poco de orden antes de cerrar las ventanas. Mientras limpio y reacomodo, escucho la melodía que nos identificaba. ¡Uff! ¡qué cansancio!, sin embargo, todo reluce como si ella lo hubiese hecho. Me dormiré en la poltrona. Así, mis historias, se irán  antes  de que lleguen los ruidos de la ciudad. Casi la toco,  hasta creo que  ella está sentada en mis piernas tomando café, su pelo tiene mañana y saboreo con la lengua,  el sorbo que  hace. Todo está, como tú lo dejaste. Un día sembré flores en tu espalda. ¿Aún sentirás ? ¿Será cierto que cuando nos despedimos para siempre. La persona recordada siente escalofríos y una parvada  revolotea en su cielo?

Ajedrez

Por la ventana a cuadros, pasaba la vespertina luz solar proyectando un tablero sobre la cama. La reina blanca estaba matizada por vetas canela. Él, un alfil negro, sudaba copiosamente. Acostados, soñaban aún con la batalla.

Dedos en fuga

El público escuchaba hipnotizado en el teatro al aire libre. Los dedos del pianista alcanzaron velocidades fantasmales y en una serie de arpegios que imitaban alas en movimiento, las manos del artista escaparon como colibríes para perderse en la inmensidad del cielo.

De equilibrios

Defensor del amor como complemento,  se casó con una mujer opuesta en todo a él. La vida dejó de ser una fiesta cuando sus hijas pasaron a formar parte de las filas maternas. Ahora, pena por la casa como fantasma.

El búho

El búho alisa sus plumas de la testa,  los mofletes y lava su pico antes de dormir. Hoy no saldrá de caza el búho.
La luna canturrea bajo las estrellas.
Y  él, la  acompaña con el tambor de su pensamiento. No quiere disgustarla, sólo desea estar con su recuerdo; cuando pase por su viejo árbol, cantará de pico hacia fuera.
Dentro de él hierven vientos agitando el polvo que el tiempo ha depositado.
Es gracioso y él se da cuenta, que no puede evitar su pensamiento analítico; después expele un silbido que solo escuchan  los vampiros.
No es extraño, es la manera en que los búhos suspiran.
Ha perdido la figura esbelta y por más que alisa el plumaje siempre da la impresión de ser un paréntesis. Nunca está solo, siempre  acompañado por sus pensamientos filosóficos que laten en las sienes de su testa.
Es cierto tuvo amores pasados, que fueron y vinieron como esos chubascos que de un de repente pasan y se van.“Las féminas estorban las cadenas de mi inferencia”, solía decir, luego de un apetito corporal. Sin embargo , se enamoró de una que no tenía cursos, ni recursos y su método de análisis era un champurrado de tonterías.
La veía aletear alrededor de él demostrándole su entusiasmo. Hubo momentos que él sonreía, pero después, ella se hizo insoportable. Realmente no estaba hecho para el dulce y un buen día se alejó y, anidó en otras tierras.
Hoy la recuerda en su vejez y,  comprende que hay fulgores que el pensamiento no puede obsequiar: el método  magnifica la inmensa soledad en que vive.
Él ya no suspira y,  ahora risotea como lo hace la hiena. La verdad es que llora, sólo que disfraza su emoción, pues no es saludable que pierda compostura e imagen y canta alargando el tono como lo hace el bandolón.
La luna pasó de prisa.

El instante

Esta calle no es de nadie, sólo mis pasos resuenan en el vacío del silencio. Ningún recuerdo me saluda, no escucho campanas que llamen a misa ni damas piadosas que pasen presurosas sacándose de la boca el Jesús. Nada, sólo yo con lo vivido. Lo llevo en una bolsa con jareta que cuando desate el nudo no tendré el sentido para escuchar una palabra o ver como se desliza una lágrima.

¡Cómo olvidarla!

Después de bañarnos  subía mis piernas sobre su regazo, con habilidad masajeaba mis plantas y cortaba mis uñas,

luego retozábamos hasta la media noche. Un día, furiosa me gritó diciendo que la engañaba

 y blandió el machete; la desarmé y sucio de ira, de un golpe le cercené la cabeza.

Desde entonces ando a salto de mata y  el dolor se abre en los dedos cuando tropiezo con las piedras.

 

 

¡Nadie como ella! Tenía mano de santa para restaurar mis pies.

Pueden verla con imágenes en :http://www.youtube.com/watch?v=u2PXKKaeV-E

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Barrunto

Imagen

Despierto en la madrugada con la boca seca. Voy a la cocina, abro la nevera y saco la jarra,que en vez de agua contiene una cara con la boca abierta por donde sale una lengua polvosa y aplanada.Tengo sed, me dijo con voz aniñada. Con violencia me incorporo de la cama con lumbre en la garganta y  mi corazón a galope. Estoy inmóvil y aniquilado esperando la mañana.

De ti

No era difícil que él descubriera mi culpa. Si me hubiese tocado se habría dado cuenta de mi piel enfebrecida, del calor que me dejaron unos besos ajenos, el latido de mis senos y el rocío de mi intimidad. Me alejé, no quise que me rozara con sus manos y que me despojara de las sensaciones que tú dejaste. Me quedé sola, con el pensamiento distante y pegando un botón que se derretía entre mis dedos. ¡Dios! Sólo las puntadas que atravesaron sus pequeños huecos saben mi secreto.

Cofradía

Marchan los borrachos dando traspiés por el camino terroso. Van de dos en dos haciendo altos súbitos. El más sobrio es quien lleva la garrafa de caña. Son cuatro litros que pondrán al centro. Ellos acomodarán sus traseros alrededor del galón y terminarán cuando no quede olor a caña. Éste es su sitio preferido: un solar baldío donde la hierba crece y un árbol de naranja agria  los provee de sombra y fruto.

 

Estarán tomando en cofradía. Brindando por lo que pudo ser y no fue. ¿Por qué más brindaran? ¿Por la mujer que abandonaron, por los hijos que no han visto, o por el rencor que tienen acumulado?

El final es una calca de otros ayeres, quedan tirados y camuflados por la hierba. Hay uno en pie, es un perro que siempre los acompaña y  convidan de lo que comen y beben y él agradecido lame cara y boca, mientras ellos sueñan y sus manos anestesiadas acarician la testa del can.

Escribiré como los ángeles

Soy Susano Zabaleta y conozco al escritor desde hace mucho tiempo. La verdad, somos amigos pero,  también como encontrados.  Si él dice que es blanco, yo, que negro y nunca nos ponemos de acuerdo. Cuando el sudor de las manos chorrea y la lengua se hace pastosa, entonces ponemos fin a la cuestión y, decimos salud con otra cervecita. Así, todos los sábados.

Un día dijo que no tomaría, porque estaba practicando la escritura y deseaba hacerlo como los ángeles. Perdí la cuenta de las semanas en que no tuvimos ninguna charla y que no probé ninguna bebida espirituosa, pero ese día, pareciera que el infierno había cambiado de domicilio y fui a su departamento. Abrí resueltamente la puerta sabiendo que allí estaba. Lo encontré sumido en la lectura y escribiendo no sé qué cosas en su computadora, a los lados una pila de libros, que identifiqué, por lo grueso,  con diccionarios de la lengua.

No se inmuto.

—Espérame, no te vayas, termino esta frase y te atiendo, además quiero enseñarte algo.

Con esa dichosa frase, me tuvo más de media hora. “Ya termino ya termino”, repetía. y se iba a los diccionarios, a los antónimos y a punto estuve de mandarlo a la chingada, muy serio, se levantó del asiento.

—Sabes Susano que siento que no tardaré en escribir como los ángeles. Como tú sabrás, de acuerdo a la morfología del señor Tademus, los ángeles tienen piel y en la espalda, las plumas con la que graciosamente se forman las alas.

Y sin que me lo esperase, se quitó la camisa, la camiseta y se volteó.

 —¡Mira! ya me están saliendo las alas.

Yo por más que miraba, no acertaba a ver lo que él decía.

—Cuáles alas —pregunté.

—No seas ignorante ¿Qué hay antes de las alas? sólo tienes que fijarte en los plumiferos y antes de que éstas salgan, la piel enrojece y después, poco a poco hacen erupción. Primero brotan las puntas de los caños, que posteriormente se enramaran de plumas. Fíjate bien y me enseñaba más la espalda.

—¡Acércate más!  —dijo furioso.

Y me acerqué. Sólo veía puntos rojizos…

—¡Tócame!

Y toqué. Se sentían como pequeños nódulos, y sí, estaban enrojecidos.

—Es el principio de mis plumas… y dentro de poco, escribiré como los ángeles.

Hojas sueltas

Entregado al hastío, pasé noches complicadas, casi enfermizas. Necesitaba un desahogo. En el pasado, lo tuve con tus pláticas que prometieron juntar mejor, las vocales. También, husmeé -en la casa antigua- los connatos de muerte que viví en callejones o entre aguas torrenciales.
Un día, fui al consultorio y entre el hedor del silencio, me nublé cuando vi el cielo de mi cueva  despedazado, el piso parecía un mapa , los azulejos  sin vida  y un aire enrarecido, triste y desesperante.
Mis libros y los obsequios de mi despacho se habían hecho, escandalosamente, autistas. Había llovido la noche anterior y ésta se acomodó en los rincones y reproducían el drama.
Cerré de inmediato. Busqué ayuda. Volví a levantar lo que fue mi cueva, mi espacio de amante. Pasaron meses, pero lo logré.
No, no es para dar consulta, sino para sentarme en el escritorio de vez en cuando, y reconciliarme con algunos paréntesis de felicidad, como la vez que por alguna razón, me encontré -de nuevo- con la poesía que me llegó lejana, viva y enorme.

El regreso

Una multitud observa como se reparte la última porción de alimento. Entre ellos hay un niño que sobresale: tiene una mirada amarga y cercana al rencor. Llegó al campamento con el deseo de mordisquear un pan y llevarle un trozo  a su madre enferma. Se ha quedado sin nada; regresará sin hambre, pero con una fiera recién nacida en el alma.