La luz filtra entre las hojas, mis ojos recogen el esplendor disperso en el suelo. Humedad y helecho. El silencio es perturbado por el aleteo imprevisto de los pájaros. Por encima de la cuesta, está el árbol roto, que se fortalece con el olor de los capulines. Recupero el aliento en la silla de sus ramas. El sudor humedece sus hojas, llueve. El agua de sal de las arrugas de mi frente forja a tu lado los días fríos y oscuros. Regresaré para regodearme entre tus frutos. Floreamos, árbol roto, yo desgastado. La vida nos dará retoños. Una mañana seremos futuro cuando un niño llegue, disfrute de tu sombra y lea mis pensamientos.
Tanto en tus textos de carácter lírico como en los eróticos, es un deleite leer tus líneas, querido Rubén.
Vaya un grande y fuerte abrazo para ti, amigo.
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Recibido Ernesto y lo regreso más fuerte.
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