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La memoria dos
Mi memoria es penumbra,
tarde soleada,
Llovizna seca.
Recuerdos con ala rota.
Árbol mocho,
Cantos sordos
de pájaros afónicos.
Palabras sueltas
con rendijas.
Algo que sucedió.
Sueño en silencio
lejanos pasos
que se acercan sin llegar.
Un día me olvidaré que soy.
¿Seré mar? Agua que deslava visiones;
No, sólo tengo memoria de espuma que abre
cuando el ave se hunde y levanta el vuelo llevando un pez hacia los montes.

No somos adolescentes
No somos adolescentes
victimados por mariposas revoloteando en la cueva de los panes.
Tampoco estrategas del amor,
que busca el murmullo, la voz subterránea
para engrandecer la soledad.
Me he quitado esos aromas, aceites que le dan otro olor a mi yo.
soy un adulto que amará a sus gusanos.
El tiempo breve es un néctar, lo cuido, lo resguardo
de los vientos arremolinados que pasan por la calle.
Mi adjetivo es una piel ajada
y sería una estupidez exhibirlo;. de hecho le he matado.
Ahora tengo un discurso carente de colores,
me adapto mejor al blanco y negro
y dejo que mis palabras caminen a su paso,
sin ejecuciones de saltimbanqui.
Si digo te amo, es porque te amo.
si para que me creas necesito hacer cientos de malabares y hacer un triple mortal, entonces respiro profundo, doy la vuelta, regreso a mi guarida, escondiendo el hipo y las ganas de desaparecer.

Hay veces
Hay veces tengo molestia, me punzo, sangro.
respiro rápido;
el aire alimenta la desesperación,
revuelve el pecho
y a punto de implosionar
me abro el tórax;
un silbido se oye en el silencio.
El mar deja en paz el arrecife
y la tortuga corre tras la ola.
Me duermo.

El día a día
A la vida se le vive.
Deja la ceremonia,
el gesto elocuente,
y dejate llevar por lo que quiera tu corazón.
Quitarte el sombrero,
saludar con reverencia;
inclinarte como perro bebiendo agua,
deja eso para las mentes menores.
Vive, que mañana el sol no te calentará.

El adiós
¡Qué silencio!
Los dos sabíamos del adiós.
Ella está en la ventana,
mirando el carro
donde pronuncié su nombre…
Voy a cien kilómetros por hora
las espigas de la hierba
se mueven con el viento.
¡Golpeo el volante!
me pregunto:
¿Los adioses son para mí
o para el viento que pasa?
¿Tienes cómo yo,
una lágrima que escarba la mejilla?

Efectos de la lluvia
No sé, la lluvia me hace niño y abuelo el corazón,
por eso me inclino a besar el agua que moja mi pan.

Van gohg
Distancia
Tu beso:
es un río sin agua,
y el abrazo; un árbol mudo.

La luz y el clavo
El ave merodeando el acantilado,
o la luz de la tarde incrustando el macizo de la montaña
como un clavo profundo, intenso y eterno.

Mi memoria
Mi memoria es penumbra,
tarde temblorosa,
Llovizna seca.
Llegan los recuerdos con ala rota.
Árbol mocho, deshabitado de nidos.
Cantos sordos.
Palabras sueltas en algún diario,
son rendijas de algo que sucedió.
Sueño en silencio.
Lejos están tus pasos.
Un día de estos me olvidaré que soy.
¿Seré mar? Agua que ahoga las visiones;
no, sólo tengo memoria de espuma que se abre
cuando el ave se hunde y levanta el vuelo llevando un pez hacia las nubes.

Verano ardiente
Sueñan los sapos bajo tierra con la lluvia.
El río es un dinosaurio herido que avanza dando coletazos,
el cielo es una copa azulada con sol calvo, sin sombrero.
Sobre las piedras las lagartijas bostezan. No hay nubes. Van y vienen remolinos de sol; un maíz cabizbajo.
Solo el sopor se atreve a salir.

Van Gohg
Paraguas

La noche
La ve
y hay en sus orillas
un óxido de intemperie.
Solo,
desfalleciente.
Se fue el deseo,
el fuego arde en la memoria.
Tirado en las afueras de un bar,
percibe a su lado un viejo jass, las sirenas;
después la noche ciega y sorda.

Tomas Pinilla
Nuestra nave
La tierra padece de olvido;
en la balanza ella pierde.
La sembramos de oraciones,
de belleza endecasílaba,
y puentes que a la lejanía
parecen gárgolas petrificadas
dispuestas a emprender vuelo.
El hombre la parasita,
la desnuda, desequilibra,
y ella soporta al político
al inversionista
al mercader
al soldado
al cura
al candidato
al presidente
al Trump
y hasta los falsos poetas.

Verano
Tu bata se abre,
la erección de tus pechos se abre.
Te veo dormir
con tu cuerpo en vigilia.
Te amaré
con carros de luna,
y vientos encontrados de cobre y plata.

Millet

La noche oculta.
Llueve.
La gente frota las manos, por encima de los cerros pasan las nubes, obesas gallinas picoteando el cielo.
Llueve finito.
Las hojas tiritan de frío.en cada esquina, las sombrillas platican con antiguas comadres.
Entre los huecos de viejos edificios las palomas aletean los vapores del clima.
Finos piquetes, húmedos, brincan complacientes por mi cara, se reúnen en gotas y me recorren, resbalan por mi cuello, se dispersan sobre los vellos de mi pecho y saltan.
Silbo caminando bajo la lluvia.
Es un día diferente, abro mi camisa para que mi corazón reumático retoce con el agua.
Atrás y adelante las sombrillas color de rosa me esperan. Tomaremos café y jugaremos toda la tarde