Archivo de categoría: POESÍA
Senryu
¡Amaneció!
Un sol amodorrado
peina sus nubes.
pedimento
No me ofreciste el agua de tus ojos,
luna llena,
un latido.
Pedí ser hilandero de silabas.
Revolverme.
atisbar las estrellas;
las alboradas, sobrevivir atardeceres;
jugar con la Osa mayor.
Quería ser poeta
y tus ojos miraron el ave en el desfiladero.
SENRYU
¡Cielo! ¡Aclárate!
¡Deja que el sol la mire
y la desnude!
Senryu 3
Mi barco viaja
separando las aguas.
Bruma en el puerto.
uerto
Senryu
Azul y blanco,
campanas perfumadas
que el viento mece.
El político

En el corredor de tu casa
tienes flores,
hamacas.
una poltrona que mece tu cuerpo;
una maceta que labraron indios purechas.
Bajo el silencio,
reclinandote en la mecedora
esparces tu maldad.
Llegan
como palomitas avergonzadas
la nausea,
la vergüenza,
lo servil
el cochupo
y la impunidad
Dando traspiés
llega un corazón confuso;
él no escogió
Ni tu alma,
ni tu cuerpo,
ni la avaricia.
Corazón en trote
A tu espalda sorprendo con una estampida de finas gotas.
Lluvia breve en tus sábanas agostadas.
Y te preguntarás ¿de dónde vino esto?
¿Por qué tengo perlado el sendero de mi brazo?
No hay nada que explique.
El corazón ha corrido toda la tarde visitando tu pensamiento
y sabes que el agua calma la sed y mi lluvia, a tu corazón.

Haiku
Las petunias
con su color magenta
visten la tarde.

El gato

Por la fría mañana pasan con lentitud viejos años.
La neblina levanta y cubre en espirales el bosque de perones
Una mano niña tirita en la ventana
y por la rendija
descubre que hay motivo para sonreír;
es el gato que intenta atrapar los cabellos de la niebla.
La noche
En noches de tormenta
las gotas caen insistentes sobre el techo
El ruido monótono golpea las hojas
y ese roer roer
que talla el almidón de la madera
Sobreviene un ruidoso silencio
desgarrador
Claros que tapizan mi ventana.
Y el rayo espada que cae
se oye el estrépito
Un cuerpo
La rama cargada de mangos
sobre la arcilla
Y los transeúntes del patio
El loro, el perro y las ardillas
enmiedecen.
Tejos en el río
Solo silencio.
Agua fría de la montaña
Y grandes peñascos
Que esconden pequeños camarones de río.
Bajo el agua los peces se comen
Y en el fondo yacen los tejos
De finitos colores y formas,
Tienen vida como el pez o el camarón,
Tejos de un arroyo
Piedras de otro.
Ruedan más que las ruedas de un viejo molino.
Húmedas, con su corazón de piedra.
Esperan quizá siglos
Para encontrar la que rueda y pulsa como ella.
Y se encuentran en un recodo de la corriente
Se tallan
Se miman, se regodean
Se acicalan
Y a las diez de la mañana
Llega un niño toma una de ellas y la tira viendo como hace giros entre las ondas de agua.
Ser lluvia

Siento venir la lluvia
La veo en el desierto,
Emplumada
Late, rompe.
Me siento tejado
Enmudezco, corre, tintinea.
Me percute.
Mi espalda florea en diminutos que festejan dando vueltas.
Me siento tallo. Entregado a ella exhalo aroma.
Si me pienso mujer, corro desnudo y percibo el oleaje debajo de mi vientre.
al ser hombre busco el tam tam que hacen los pechos, y al encontrar tu sexo bailo contorsionando mis caderas;
húmedos de gemidos nos volvemos estrella.
Gea
Es tarde
inminencia nocturna
la bellota del plátano cercana a la tierra
Punta que te harás mata. No tardara la lluvia
y la hoja sera una percusión
tambor que fabrica la nube.
Tambor de mi corazón
Oh Gea cuanto nos amas.






