La espuma corría
golpeando con espuelas de cobre.
El viento hacia música con las olas,
el olor de hierba ondeaba en el fondo;
abanicos de peces movían
a los alcatraces almidonados.
Las sirenas con aretes de luna cantaban
a viejos capitanes.

El blog no tiene propósitos comerciales-Minificción-cuento-poesía japonesa- grandes escritores-epitafios
golpeando con espuelas de cobre.
El viento hacia música con las olas,
el olor de hierba ondeaba en el fondo;
abanicos de peces movían
a los alcatraces almidonados.





Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando.
Y se quedará mi huerto con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes el cielo será azul y plácido,
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las esquilas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y lejos del bullicio distinto, sordo, raro
del domingo cerrado,
del coche de las cinco, de las barcas del baño,
en el rincón oculto de mi huerto encalado,
entre la flor, mi espíritu errará callando.
Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.


Murillo
Todo se abrevia
te duermes y al despertar no eres.
hojas que caen,
flores que abren,
estrellas que muertas nos alumbran.
Nuestra dimensión,
llega con el amanecer;
vives en un sueño,
haciendo erupción
o amaneces con la muerte.
Leve la vida,
lo que nos hace gaviota,
que por ser leve se va.


Saben a patio,
a las rosas que trepan por tus tejados
a la yedra que se adosa a la pared.
saben a tu mirada cuando huyes con ella por no se que sabanas.
Saboreo el olor cuando la luz de la lampara queda ciega
y los quinqués salen a dorar las cosas que tocan.
Un tierno que ilumina tu mejilla
oscurece tu labio
y vuela y vuela perdiéndose entre la cocuyera que transita por el bosque.
Aletean tus aromas
cuando tu pelo se tiende en desbandada en mi pecho después del retozo.


No podría la fuerza de mil dragones
contener la tempestuosa corriente
de dos lágrimas germinadas en tu corazón.
Siempre imaginaste el dolor de la despedida,
cuando la mano te abraza
y escuhas la bocina melosa de la locutora
diciendo que aborden.
El microinstante en que todas las imagenes
salen abruptamente de la memoria,
las noches de paciencia, desvelos
escuchando su agotada respiración
el tac tac que pareciera se hundia en la noche inmensa.
la primera vez que oíste la palabra mamá
su carcajada feliz y su boca succionado tu leche,
que trocito de carne y ojos que deseabas comertela a besos
La primera travesura
el ojo estricto de los maestros
su ronda con las amigas y aquel primer novio
y hoy ya no está
el avión se hizo punto
y nada.
Estás sola con dos lágrimas que abrieron las compuertas
de la inmensidad de un sollozo.
La soledad apachurra,
escucho tu voz suplicante:
«abejorro, llévame a la otra orilla
te daré el aroma de mis noches»
Pido a la catarina:
lleva mis sueños a la orilla, pósate en la flor y susurrarle que no estará sola,


