Archivo de categoría: FICCIÓN BREVE
En esta categoría ubico los textos que son de mi autoría. Ficción breve, miificción
La dieta
En mi tribu cada año nacen menos y enterramos más. La recolección de leña es pobre, y el frío que se avecina será atroz. El valle se ha ido marchitando. El forraje fresco lo disputamos con los animales. Si emigrásemos, las montañas serían nuestra tumba.
Chak, Chia y yo fuimos hacia la manada de puercos. Ningún animal nos teme porque somos vegetarianos. Con sigilo, apartamos dos pequeños del rebaño y los purificamos con fuego en la pedrera. La tribu se resistía a comerlos, pero los estimulé cuando yo lo hice.
El ulular del viento anuncia las heladas. Hay suficiente leña y los críos tienen sol nuevo en sus ojos.
El consejo
El viejo Doctor Torres abrazó a su ahijada y la llevó a un anexo del consultorio. Con los ojos dilatados la púber miró los botellones donde estaban suspendidos desde el feto más grande al más chico. Los cráneos simulaban pelotas macabras de diferentes tamaños y de ojos sin mirada. La mano del doctor recorrió su cuello y le jaló la oreja.
— Cada vez que forniques, siempre estarás en riesgo de que tu matriz forme una criatura como las que están en los frascos.
Años después, cuando hacía el amor, ella veía en la frente de su amante aquellos ojos que con una mirada ausente la juzgaban.
El cd
A esas horas la multitud corría estrepitosa. Los carros fluorescentes tomaban el carril de acuerdo a la amplitud de onda y se desplazaban dejando un silbido melodioso en el ambiente. Miró la banda. Los sensores identificaron su estructura metabólica y le dieron paso al interior del museo.
—No tenemos mucho tiempo, amigo. Créame que arriesgo mi trabajo. Sólo disponemos de treinta minutos. Ésta es una de las pocas máquinas que aún funcionan en el mundo. Pero… ¿Sabe utilizarla?
—Por supuesto que sí. Hace setenta años había miles.
—Confío en usted. Lo dejo. Voy al centro de vigilancia.
Tomó el disco compacto que celosamente había guardado. El brillo metálico reflejó su rostro ajado en la carátula; movió la cabeza. Recordó que la vida había sido justa con él, pero no le dio la oportunidad de estar al lado de ella. Prendió la máquina, y la luz del monitor se desparramó sobre su calvicie. Insertó el disco en la unidad. El láser tardaba en darle lectura. Poco a poco, aparecieron las letras como si hubieran sido escritas el día de ayer. Sintió un calorcillo e imaginó el momento en que esas líneas fueron tecleadas por ella. Relataban emociones, instantes de soledad. Transitaron desde sensuales momentos, hasta la opresión por la pérdida de su padre.
Volvió a leer lo que había sido el principio del silencio: “Siempre tuve la impresión de que un acto de infidelidad me dejaría con el sabor de haber masticado lo amargo de unas hojas y con un sentimiento sucio, pero contigo las cosas tomaron un rumbo distinto; a tu lado sentí la suavidad. ¡Nunca había percibido la brisa que nace de la montaña! Mi nombre fue hermoso en tu boca y tuve una sonrisa diferente al poseer el sabor de lluvia y cedro de tu cuerpo. En mis noches frías, la fragua de tus manos despertaba en mí a la mujer. Nada como sentir que vamos caminando por una banqueta y que tú cargas mis libros, y yo juego con tus labios en cada una de las esquinas en que nos detenemos y contemplamos la reunión de las cosas, pero…”
—Dispone sólo de tres minutos.
— ¿Hay alguna forma de pasarlo al nuevo formato?
—Tal vez, no obstante, lo desconozco; para nosotros es sólo chatarra tecnológica. Lo siento.
Vio las palabras una vez más y apagó el monitor.
Desasosiego
Bendito el marido que me ha tocado. Tiene horas que se fue, pero algo me dice que se quedó la mitad de él. Ya repasé la casa de cuarto en cuarto y no hay nadie. No puedo dejar nada que lo haga imaginar que hay en la habitación una respiración diferente de la mía porque es capaz de todo.
Hasta el viento que mueve las persianas me causa zozobra. Quemé mi agenda de soltera frente a sus narices y sonrió como diciéndome: ¡eso no basta!
Cuando voy a hablarle a alguno de mis amigos íntimos, repiquetea el teléfono y es él preguntándome:
-¿Qué haces?
Me sobrepongo de mi sorpresa y le digo:
-Aquí, regando las flores.
Aún no sabe que el vecino tiene unas dalias hermosas.
Deseos
Petición
El café dejaba una nube de olor que se fundía con la luz de los faroles. Hasta nuestros oídos llegaban los arpegios de la guitarra de un trovador.
Mi voz suave y lejana:
– ¿Quieres casarte conmigo?
Tu cara encajó en el desconcierto, tus pupilas languidecieron.
-Eres especial, tenemos días increíbles, pero no es buena la idea- me dices con acento firme y besándome la mejilla.
Hoy estamos alejados. Tú vives administrando insumos y vidas, y yo… corriendo aventuras con el Quijote.










