LA ESPERA
Despierto a la hora en que el viento golpea las ramas de la Guácima. El cementerio es alumbrado todavía por las veladoras que depositaron en la tarde. Algunas personas transitan por aquí para llegar a la parada del camión. Las sigo. Luego regreso. Este atajo lo recorrí una noche sin luna. José caminaba delante, yo atrás. Sólo se oían nuestros pasos y,Sigue leyendo «LA ESPERA»
EN AQUELLOS TIEMPOS
Los Niños duermen y trabajo sin reposo para evitar que ella maldiga. Cada día que pasa soy más sentimental y los nudos de mi garganta se atascan en el pecho y me sofoco.Desde la ventana de la cocina las observo; están en el jardín, platicarán de los chismes de la tribu. Sigue leyendo «EN AQUELLOS TIEMPOS»
LOS GLOBOS
Cuando hablaba su desatención era insultante; sin embargo, guardaba silencio. Ella platicaba de las cosas diarias de la vida. Yo me distraía con el centelleo de sus ojos, la oscuridad de sus cejas, el tono melodioso de su voz. En los pequeños silencios, buscabaSigue leyendo «LOS GLOBOS»
CORRIENDO EN LA MADRUGADA
El sol está hamacado en las montañas. Sigilosa caminas y reúnes pensamientos. Las margaritas duermen y hay ecos lejanos y gorjeos de pájaros nocturnos; por momentos el tránsito del silencio permite oír tus pasos cuando cruzas la calle adoquinada. Un resplandor lejano complace y las torres de la iglesia se iluminan. Tu mirada se acurruca en ellas y surge el color viejo y lagañoso del ayer. Te estremeces. Caminas al paso para calentar tendones y músculos. Te dices que serán siete kilómetros en esta ciudad que creció en la planicie de las montañas.Sigue leyendo «CORRIENDO EN LA MADRUGADA»
CANÍCULA
Cuando comía la sopa, — ¿No quieres más?, me decía—. El sol hacía arder la lámina de zinc, y el calor nos deshacía en la casucha. Entonces sacaba la poltrona y la tendía bajo la sombra del mango. Ella traía un banco y, me hacia descansar las piernas sobre el. Se arrodillaba. Con tijeras y escalpelo recortaba mis uñas de los pies y con la lija de piedra frotaba la planta y el talón. Yo, confiado en su destreza dormía.Sigue leyendo «CANÍCULA»
EL CONSEJO
Cuando el Doctor Torres puso su mano fina sobre el hombro de su ahijada y la llevó a un sótano aledaño al consultorio, el frío le erectó con violencia los pezones, haciéndolos sobresalir de su blusa escolar.Sigue leyendo «EL CONSEJO»
LA NOVIA
Hace tres años había sido mi novia. Pero en tres años suceden muchas cosas.
Lo supe aquella tarde vieja, cuando caminaba por el paseo y los tordos alborotaban con sus gritos la llegada de la noche. Ahí coincidimos. Nos fuimos tan despacio como años atrás, rebasábamos los árboles, los semáforos y los carros estacionados. Llegamos a su casa y creí prudenteSigue leyendo «LA NOVIA»
EL BAILE DEL PAYASO
Me habían dicho que Lillo era quien bailaba vestido de payaso. No imaginé que aquel viejo aserrador, diestro en
trepar a los árboles, fuese el danzante. De cara terrosa, cuarteada y con ojillos que simulan persianas entrecerradas. Llegaba a la falda de la montaña al clarear la mañana para aserrar la caoba, el cedro o el carboncillo. Es el oficio que aprendió y sabe del quehacer, pues una tabla serruchada por él mide una pulgada por cualquier lado. Lo hacía a escondidas de los militares, por encargo de los ricos. -Es un trabajo duro que lo contrapone con sus emociones-, por lo que murmuraba en totonaco un rezo de perdónSigue leyendo «EL BAILE DEL PAYASO»
UN DIA ESPECIAL
Me dió el presentimiento de que sería un día especial, eso pensaba, cuando el agua tibia de la regadera acarició mi rostro.Elegí la ropa con cuidado, ¡Qué halago para el cuerpo cuando el algodón ajusta! me sentí ligero, -felino-. Miré a través de la ventana; el sol amodorrado. El viento mecía las manzanas. ¡Hace tiempo esperaba un día como este! Saqué la loción de madera y el perfume refrescó intensamente la barba recién rasurada. El espejo parecía asentir, cuando el triángulo de la corbata quedó en armonía. Tomé mi bastón. Caminé sobre el pasto húmedo. Me complacía ver las huellas de mi pie sobre la hierba y percibir al unísono el aroma de los eucaliptos. Es una mañana fresca que sabe a churros con chocolateSigue leyendo «UN DIA ESPECIAL»
EL DIARIO
Aquel sótano de vidrios plomizos olía a vejez. Llegué a él por una venta anual de libros de segunda. Había largas mesas y encima libros y libros. Hasta mis manos llegaron unas hojas sueltas y por reflejo empecé a leer. Hablaba de amor y me interesó, pues atravesaba por una viudez que mitigaba con prolongadas caminatas. Seguí y no pude evitar decírmelo en voz alta:
“Llegué un día de invierno y pasamos tiempos finitos platicandoSigue leyendo «EL DIARIO»
DOÑA ABIGAIL
-Pásale hijo, pásale, que ya te vi.
-¿Cómo está?
-Entreteniéndome, ¿y tú?
-Pasaba por aquí.
-¿Venías a ver a las muchachas?
-Sí, ¿están?
-No. Andan con su tía Mica. Ocho días hace que se fueron y parece que olvidaron a la abuela. Ay, ay, ay -lloriqueó, mientras con una mano se frotaba la rodilla derecha.
-¿Qué tiene, Doña Abigail?Sigue leyendo «DOÑA ABIGAIL»
LA DECEPCIÓN
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