El hastío

 tren montañaEl ruido de la gotera se acuesta en la banqueta. La ignoro y saludo a mi amada que encorvada  escribe :

 

Se van los pájaros.

La tarde es fría.

También te vas.

Silban los oboes

al tren en marcha.

Flor de silencio.

Abre el hastío.

No hay unicornios

Solo esfinges de sal.

Nuestras bocas

15355505-grapes-and-blackberries-in-a-wooden-basket-on-a-glass-tableHoy mi boca circula en triciclo. Ruedo. Tus ojos oscuridad de moras. Rodeo el dátil de tu boca. Hay uvas, nuestras bocas comen del racimo; sabores que nuestras lenguas buscan. Los labios se calcan y la palabra ahogada solamente musita.

Jarra de vino o laguna

lipo  Tirémonos sobre la alfombra. Vivir en tu interior, soñar en tu boca. Correré mis manos por tu cintura, y siendo barca retornaré por el rio de tu espalda. Allá tus senos de guanábana. Tu ombligo redondo y profundo, poza, jarra de vino o laguna donde aún se baña Li-po.

Dos lunas

DOS-LUNAS

Tus lunas, las beso como una estampida de finas gotas. Lluvia breve en tu brazo   sorprendiendo tus sábanas agostadas.

Y te preguntarás ¿de dónde vino esto?

¿Por qué tengo perlado el sendero de mi brazo?

No hay nada que explique porque tu corazón ha corrido toda la tarde visitando tu pensamiento. Sólo sabes que el agua calma la sed de la boca y esa lluvia la de tu corazón…

La barca

oral302Tirémonos en la alfombra y  dejemos nuestra ropa. Vivo en tu interior y sueño en tu boca.  Seamos viento y  flauta. Llevo mis manos por tu cintura y en la media luz de tu  espalda la doblaré con la fuerza de un tango. Seré barca en tu mar y sobre tu vientre desnudo mi agitación.  Tu ombligo redondo y profundo de  pétalo curvado. Mi lengua y mi  aliento, carruaje  de fuego que se vuelca hacía tu precipicio.

A tu flor me acercaré hasta que la fiebre la impulse a mirarme. La   envolveré como la luna hace con la hierba. La barca en el atracadero rechina y rechina…

Visiones

tren.La luz del faro aluza al viento que persigue a la red, las sirenas y las olas. Tiemblan los peces.  En la memoria de la noche se oyen  pasos de viejos naufragios. El mar  contempla  a las almas que abrazadas al viejo tablón  sucumben al ojo espumoso del remolino.
Entre la roca que todo mira, se oye el asma de un tren en la montaña.

Disparos

maizSon tardes de fiesta  en que las  gotas de agua sobre el tejado parecen reproducirse en la cocina. Dentro de la olla de aluminio,  sendos puños golpean las paredes metálicas. Una guerra de disparos se suscitan al unísono: el bongo de la lluvia y el buf-tap de las castañuelas. Luego, el silencio. Afuera,  huele a tierra mojada; y  adentro, el aroma  de un maíz que se hizo palomitas.

Sin nada

d47d8-aguaceroDesnudo y abierto a los caminos, cuento despacio las señales que me dejaste. Allá tu viento de limonarias. El río donde columbro trapecios y redondeces que cuelgan de tu espalda. Con el pensamiento en trote voy a ti para sembrarte de pitahayas. Pero ya no estás. Sólo persisten las tejedoras de la ausencia y yo regreso húmedo de olvido.

Tu voz

mujer derojoMe acercas tu voz, y mi oído se hace fiesta y no sabe qué hacer como el perro amarrado por días  y lo sueltas.  Corro, me detengo, te miro, te beso y me abalanzo sobre ti,  deseo abrazarte y pertenecer a tu adentro.

Tu voz cotidiana que platica del viento,  de los fantasmas que van y vienen mientras tú guisas o te asomas por la ventana para mirar el agua donde la luna acude a su cita de fotografía.

Me alcanza tu voz instructora y las frases que corrige las transforma. Tienes rayos en tus ojos, y las cucarachas del lenguaje corren en desbandada. Me amenazas con tu sonrisa; y bajo tu mirada, atento, pongo mi parco entendimiento para comprender las declinaciones que susurras.

En el devenir  escucho   tu voz de mujer sosiego, mujer oído que con su  savia oculta alcanza mis viejas paredes. Cuando me hablas y cantas mi nombre, mi oído se hincha y baila.

Mujer niña

floresTu voz de cuita, de mujer niña. Eso parece. Eres más. Sólo hay que escarbar en tu pecho y mirar con los sentidos para intuir que tienes una sabia oculta, que vuela,  enternece y da sosiego. Eres jilguero,  y algo inefable que vuela vuela… que no se ve… pero irradia. Abro los árboles y ya no estás. Llueve finito y me despierto.

Ruptura

SOLEDAD ANDENLa soledad pesa más que el mar,  y evocarte me asfixiaba. Suspiré hondo. Me acerqué al bullicio de una estación, compré boleto a cualquier parte y abordé. Llegaría la amnesia. Sepultado tu recuerdo, esperaría el prurito de la cicatriz.

Tus caderas

mujer caminandoSoñé con tus ojos dormidos sobre mi pecho, y un olor de agua me enredó. divisé la sabana y la espiga de la caña mecida por el viento; y entre los crucigramas de sombra que duermen bajo los mangos, te encontré. Fugaz, siempre fugaz  como las chupa rosas que se van a ninguna parte. ¿De dónde eres? Si en tardes soñolientas, cuando te avizoro y voy detrás, olisqueó en tu cadera que son muelle y flor.

El viejo capitán

mar y barcoLa espuma es de un mar antiguo donde las olas se acicalan unas a otras. Ellas lo peinan con sus uñas perladas, y al recorrer su pelo brotan luces que juegan con el recuerdo de sus ojos. Dicen que el amor es un canto sólido que llega cauteloso a los corazones. Es una espalda donde te recuestas – añaden – y son alas que te llevan a un océano de galaxias.

Las olas lo abrazan, suavizan la piel y besan sus cabellos. Lo miran, juegan y perciben que sus ojos se ovillan por el cansancio de los años. Él dice con su voz de viejo capitán:
-Si algún día no llego, déjenme pensar que estoy a su lado y sientan que me tienen en sus brazos. Si un viento violeta resbala por mis pestañas, sabrán, entonces, que viviré con ustedes, y en sus noches dormiré con sus sueños.

Los cotorros

cotorrosHe visto relámpagos horizontales en un zig-zag iridiscente. Creí ver el verde de las naranjas, el amarillo de los crisantemos,
mas por la gritería no pude menos que admirar que eran parvadas de cotorros que transitaban sobre la ciudad borrachos de vida,
sin respetar el rojo de los semáforos ni el silencio obligatorio de los hospitales.

Los buenos amigos y los que vendrán

maripEres palabra de agua que al caminar desprendes olor y murmullo. Melodía de silencio que duerme a mi lado. Hoja que cobija, y cueva que complace. Te siento más que el recuerdo: viva, fresca, constante. Aromática como una tabla desnuda.

Caminas entre mis zapatos ofreciendo apoyo a mis cansancios, a mi poesía que necesita belleza, viento, ala y libertad para amar o construir muros de silencio. Eso es grande, tanto como pulsar el cielo y la fatiga de la mariposa.