Durante su visita el Papa, cansado de tanto protocolo y alabanza decide romper un rato las reglas. Cuando sube a la limusina para uno de los traslados no públicos. Le dice al chofer:
-Hijo mío… tengo ganas de romper un poco el protocolo…
-¿Serías tan gentil de dejarme manejar, tú te pasas atrás para descansar?
Nadie puede negarle nada al Papa
El Papa al volante y el chofer sentado atrás en una enorme limusina de vidrios polarizados. olvidado del arte de conducir, el Papa va por una de las avenidas principales y va pasando altos, exceso de velocidad, tumbando botes de basura y haciendo poco caso a las señales de tránsito.
Se le pega una patrulla y lo detiene.
El Papa baja su ventana, y al verlo el policía se asombra y sin decir nada regresa a su vehículo, toma la radio y se produce el siguiente diálogo:
-Patrullero: ‘Patrulla #505 a Central, cambio’
-Central: ‘Si, oficial, qué sucede? cambio’
-Patrullero: He detenido a un amigo que parece muy influyente, poderoso y no sé cómo proceder. Cambio’
-Central: Pues haga lo común y quítele una lana.
-Patrullero: No, es que ha de ser influyente y no me quiero meter en problemas.
-Central: ¿Ah carajo, que es un narco o qué?
-Patrullero: ¡No, hombre, mucho más pesado que cualquier narco!
-Central: Ah, qué es el presidente o qué? cambio.
-Patrullero: ¡No, no manches pareja, el presidente le viene guango a este señor!
-Central: A Chingáo, ¿pues quien carajos es?
-Patrullero: Pues no sé, pero… se me hace que es DIOS.
-Central: ‘Compañero: ¡Está Usted pedo! cómo que DIOS, ¿por qué lo dice?’
-Patrullero: Pos nomás calcúlale güey… trae al PAPA de chofer.