Lo que queda del día de Rubén García García

Sendero

Dejé de comentarte porque me sentí un hombre que hablaba solo. Estabas con tu taza de té meciéndote en el sillón, con tu mirada en la lejanía. Te limitabas a contestarme con monólogos, como desde hace meses lo hacías. Me recluí en los periódicos, y tú en las telenovelas. Desde el balcón veía tu quehacer en el jardín, yo dibujaba. Los hijos, los nietos reunidos era uno de los momentos que disfrutábamos. Tarde nos dimos cuenta que jugábamos en equipos contrarios. ¿Volar? es ridículo. Esta casa la construimos hombro a hombro, es lo que logramos. Aquí viven los años felices, el silencio. Están en mis oídos tus pláticas con el rosal, como sus rosas lo están en mi lienzo.

Para el niño que todos llevamos dentro de Rubén García García

30 de abril día del niño en México

Abrió el libro. Una colmena de sílabas y palabras se hicieron imagen. Sus sentidos se abrieron. El corazón duro de tantas batallas en el desierto cambió de modo. En la loma estaba el Principito hablandole a las dunas. —El viejo se quebró—, al escuchar la voz dulce que decía:

«no hay nadie… como mi rosa»

Impotencia de Rubén García García

Sendero

En la oscuridad y el silencio de una tarde en la caballeriza de la hacienda coincidimos. Sobrevino la indiferencia. Como vaquero me emplee en otros ranchos. Años después te vi sobre una yegua fina con nuestro hijo en tu regazo. Un hijo mío inocultable por el lunar entintado que ambos tenemos en el brazo. Atrás, tu esposo sobre un fino alazán.

De nadie me despedí, solo tomé el primer autobús que salía del poblado. Es cierto soy un cobarde, ¿pero, que haría usted, en mi lugar, amigo lector?.

Abono

Sendero

Aquel tipo declaró que mató a más de cuarenta. En un acto de remordimiento aceptó donar una cornea, un riñón, una porción de hígado. Así cuando Dios lo llame a cuentas, la deuda será menos.

La jirafa de Rubén García García

Sendero

Al mirarte, me imaginó, que para ti doblar y desdoblar nubes te es cotidiano. Así como tomo mi almohada, que le doy de golpecitos para hacerla confortable a mi cabeza, así harás eso con los celajes. Si me acomodara en tus ojos vería pasar de cerca gusanos presurosos, vacas echadas a la holganza o dinosaurios imponentes que avientan llamaradas de cobre y oro en los ocasos. Por la noche en ese campo de iridiscencias quizá jueges ajedrez con la osa mayor. Podrías decirme que aroma tienen las estrellas, o cuantos secretos te ha contado la luna. No me cabe la menor duda que eres un ser celestial que todos los días miras a Dios. ¡qué terrible debe de ser para ti! Cuando la sed te agobia, tu cuerpo de pino esbelto, con su cuello de mujer ha de inclinarse para beber el agua terrenal.

El mundo de ayer de Rubén García García

Platicando con mamá dedicado a María Estela García García

A donde se fuera la mirada había vida, volaba con las garzas, pelícanos, gaviotas, y entre los aguáchales me sumaba al escándalo de los patos, chachalacas y cotorros. Elvira, mi hermana, era capaz de descifrar el rumor del río y cuando mamá le iba mal en la venta del pan y no teníamos que comer, Elvira se llevaba la cubeta y la traía llena de langostinos. El monte era inmenso y de todos. Cuando regresaba apenas si podía con mi morral de tomate silvestre y mangos que el viento había hecho caer. Eso era en los días que el dinero se volvía ojo de hormiga.

Sobre el haiku un comentario de Gonzalo Marquina

Tomado del Fb

Leamos estos haikus:

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ほととぎす声や横たふ水の上

hototogisu koe yokotau ya mizu no ue

Cantaba el cuclillo;

su voz aun recostándose

a ras del agua.

Matsuo Bashō (松尾芭蕉)

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夕時雨蟇ひそみ音に愁ふ哉

yū-shigure kama hisomi-oto ni ureu kana

Llueve en tarde invernal.

Los susurros de un sapo

son de honda pena.

Yosa Buson (与謝蕪村)

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静もれる森の中をののける此の一葉

shizumoreru mori no naka wo no nokeru kono ichiyō

La profundidad de un bosque

que se calma… la dejo de lado…

esta única hoja…

Ozaki Hōsai (尾崎放哉)

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En cada uno de estos haikus se perciben dos «polos de tensión», los cuales han sido estirados por cada poeta a su manera (¡he ahí el estilo!). Entonces, hay contrapeso: en el primero existe un «juego de posiciones» (el cuclillo en lo alto y el agua sobre la superficie); en el segundo, un juego sonoro (el fino tintineo de la lluvia y el ronco croar de uno o más sapos); y, finalmente, en el tercero tenemos un juego de texturas o dimensiones (la inmensidad del bosque y la pequeñez de una hoja). Todos son contrastes y el haiku está en «lo que no se dice», es decir, en todo eso que los «polos» sugieren. Bueno pues, creo que tu composición necesita justamente eso: una imagen que ayude a la «tensión» como si el poema fuera la cuerda de un instrumento musical. Pienso: ya tienes una parte amarrada al clavijero, ahora falta la parte amarrada al hueso cerca a la boquilla para generar el sonido que buscas (puede ser grave, medio, agudo… eso ya queda a criterio tuyo).

Sufro cuando no viene de Rubén García García

Sendero

Ayer cumplió ochenta años y hace más de cincuenta que tolera un dolor de cabeza que se le instala por unas horas y se va. Agrega: «Ay de mí, él siempre tan puntual, que, si no llegara, me preguntaría :¿qué le habrá pasado? Por la noche me despierta y se va. ¡Duermo tan bien! Yo creo que el día que se ausente, me muero.