«Desde una perspectiva evolutiva, hemos desarrollado cerebros realmente grandes, cuya manutención es especialmente costosa». «Son muy, muy grandes, muy ineficientes y gastan mucha energía para funcionar, incluso en reposo», le dijo a la BBC el doctor Damian Bailey, director del Instituto de Investigación de Salud y Bienestar de la Universidad de Gales del Sur, Reino […]
Hace tres años que el río es difunto. Ayer el sol rencoroso fundía el mantel de piedras. Y sin que nadie lo predijese el agua despertó de su sueño longevo. El cielo se oscureció tanto, que las gallinas buscaron las ramas secas de los árboles. Sonaron tambores detrás de los cerros y un relámpago rompió la falsa noche. Cayeron cubetas de agua. Los niños que nunca habían visto llover corrieron asustados buscando las enaguas de la madre. La gente se bañaba en las chorreras, primero vestidos y locos por el agua se desnudaron. Los amantes se perdieron entre la oscuridad y retozaron como gusarapos en medio de los charcos. Era tanto el júbilo que los ancianos tomaron fuerzas y salieron para sentir la inefable seducción de sentir el agua. El río volvió a la vida, una laguna apareció. De los yermos germinaron plantas que solo los abuelos conocían por dichos de los tatarabuelos. La gente desbarató malos entendidos y se unieron para festejar la vida. Cuando el agua bajo, emergió el pueblo.
Entresacando un texto para el día de San Valentín dedicado a quienes me siguen. Felicidades a todos de su amigoRubén García García
Lara
Bajo la sombra jugábamos a creer que la nieve caía sobre nuestras cabezas con un sol de treinta y ocho grados; los copos de nieve eran las flores de la limonaria. Le quitaba de su cabello las flores de “nieve” y tarareaba la canción de Lara. ¡Dónde te metes condenada muchacha! gritaba su abuela desde la choza. Y ella al oído decía: «sigue, hasta que grite dos veces más».
Supo que a ella le gustaban los hombres barbudos y con pelos en el pecho. Leía que aquel fármaco tenía como efecto secundario el hirsutismo. «esto es lo que necesito» se dijo. Meses después veía con satisfacción el crecimiento de la barba, pero al mirarse el tronco, vio con horror dos pequeños bultos peludos que reclamaban un corpiño.
Me pregunta una niña, que cómo es que invento tantos cuentos. Le digo, que no hay nada nuevo bajo el sol, que lo escrito por mí, solo tiene mi olor, otros en el pasado me han legado la idea y aun otros, quizá miles, escribieron lo mismo. La niña me hace sonreír, cuando me interroga, que si deseo estar en los libros de literatura. Le contesto que conozco muchos que escriben mejor, que tienen reconocimiento social, que sus libros están en los estantes de librerías y bibliotecas y que aun ellos, podría suceder que dentro de cien años nadie se acuerde. Algunos, tienen el don de compartir sus experiencias y se agradece. Otros, se hacen engreídos y hasta groseros. Entonces ¿por qué escribe? Escribo para espantar a mis demonios, para soltar la banda de mis deseos o quizá, me gusta llenar con palabras mal vestidas la hoja blanca. Entonces, aun escribiendo bonito (conste lo dice la niña) no siente la pretensión de que su nombre forme parte de la historia. ¡claro que no, señorita! Tomó sus notas y se fue a entrevistar a otro (hay millones de escritores) El tiempo me ha dado la razón. Llevó quinientos años yendo a bibliotecas, hemerotecas y de las gentes que conozco, alguno que otro nombre se me hace conocido. ¡Hipócrita!, me dice mi ego, sé bien que te buscas, pero no estás.
Me duele pensarte; el ayer casi presente…lejano. Interminables noches, días de aroma, complicidad. ¡Ah! Los falsos de la vida. Cierto, nada nos debemos. Hay días inevitables, inconfundibles, tus manos en mis mejillas, luego, rodeando mi cintura. Tu boca de palabras mudas con estertores que se sumaban al canto de los gallos. ¡qué hermosa insensatez, la de amar a un servidor de Dios.
No tarda el taxi para trasladarme a la oficina. Él, está mirando a través de la ventana el alboroto que arma la perra persiguiendo a unas palomas. Cuando pienso que no me va a ver, se cruzan nuestras miradas y sonreímos. Me perturba. Mis hijos se han ido a la escuela. Hinco el tacón en el piso de madera, tanto para que el me mire y yo me diga que volar con algo que mañana no estará no es prudente. El taxi ha sonado el claxon. Me despido con un beso en la mejilla, pero siento que él roza sus labios en mi boca. Salgo apresurada. Me descubro cantando una canción “ larala, larala, la vida es una autopista que no tiene regreso”. Le pago al taxista y ordenó que volviera mañana…subo la escalera tarareando la canción.
LEYENDA O REALIDAD La historia del campesino obligado a disparar una flecha a una manzana puesta sobre la cabeza de su hijo se ha convertido en el mito de la independencia del pueblo suizo a finales del siglo XIII. La historia de Guillermo Tell es una de las más conocidas que nos ha llegado de […]
«Nunca me hacía caso, se carcajeaba cuando le dije que lo iba a matar» platicaba la mujer consigo misma, mientras repartía licor de frutas en el velorio.
Es difícil imaginar una vida apasionada que consista en la repetición mecánica de ciertos hábitos. Se debe temer demasiado la vida para que la monotonía no produzca cierta dosis de desgana. La pasión oscurece en aguas estancadas, por ello muchas personas buscan encrucijadas emocionales, porque de ellas extraen el jugo de la inspiración, así fluye […]