Sendero
danza tu pelo
el cascanueces en mi escenario,
y el lino de la cortina
ondulante te acompaña.
El blog no tiene propósitos comerciales-Minificción-cuento-poesía japonesa- grandes escritores-epitafios
Puede ser excepcional mente medida o bien verso libre, abarca diferentes temas pero cargado hacia el amor o desamor.
Sendero
danza tu pelo
el cascanueces en mi escenario,
y el lino de la cortina
ondulante te acompaña.
sendero
Entre las sábanas
escucho tus latidos.
Vine a verte.
sendero
Tu cabello caía lacio
y en tu frente el festejo de las bengalas,
era un pez en tu fluidez,
y fuimos selva gacela y felino,
Eres, soy, fuimos.
Es mi paraísoy nadie puede expulsarme;
solo el olvido y la muerte,
y ni ellos.
El día se ha ido…
Rubén García García
Miraba el mar. Cada ola, un verso. «seré como Amado Nervo», o quiza mejor pensaba de joven: tendré que empezar de cero» Muchos años después, mi mejor endecasílabo estaba a mucha distancia de lo hecho por el gran poeta. Con el ocaso sobre mis espaldas, percibí el enorme peso de aquellas palabras. y despedí mi propósito. El sueño nunca lo he abandonado. Asi que persisto, con lo inalcanzable.
MUY CERCA DE MI OCASO DE AMADO NERVO
Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,
porque nunca me diste ni esperanza fallida,
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;
porque veo al final de mi rudo camino
que yo fui el arquitecto de mi propio destino;
que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:
cuando planté rosales, coseché siempre rosas.
…Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!
Hallé sin duda largas las noches de mis penas;
mas no me prometiste tan sólo noches buenas;
y en cambio tuve algunas santamente serenas…
Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz.
Sendero
Minutos antes de que abra la noche: hay un catálogo de sepias. Las nubes obesas se arrastran parapléjicas.
El sol muerto aún tiembla y deja en el aire una respiración comatosa.
A la vera del río hay un ajedrez de piedras que se niegan a perder su destello.
El perfil de los montes se oculta. Es el azul profundo de la tierra que lo asfixia con su gel.
El río corre dando golpes y construyendo remolinos.
El chapoteo del agua anima el canto de las ranas.
La noche se vuelve silencio.
lo que mi piel escucha es el silbido profundo de la serpiente.
Nada de qué preocuparse.
Es el bostezo de un día que termina.
Sendero
Felicidades, día de la mujer
Gracias por situarme sobre tu corazón. Amamantarnos.
Por tu mano tierna
Tu voz de nana.
Gracias por levantarse a deshoras y sonreír.
Por enseñarme las estrellas, la luna, los duendes.
Por el dolor inefable cuando enfermé;
en mis días grises.
Gracias por caminar contigo, con tus valores.
¡cuánto te debo, y cómo te pago.
Rubén García García
Sendero
El zapote mamey es oval, carne olorosa.
asalmonado.
La semilla, café brillante en armonía con el fruto.
Verla es arrobarse.
La fruta de eva.
El nonagenario acarició la piel, olfateo y se la llevo al pecho.
-Mamá, mamá¿dónde está mi papá?
– Es nedia noche–
Fue a trabajar.
Y vuelve al sueño.
«Cómo le dices al niño de tres años,
que se fue a robar»
Rubén García García
Aquí, donde el camino se bifurca, espero a una mujer. ¿ qué llegará primero? Si la muerte o la esperanza.
Rubén García García
Escuche:
es un débil sonido,
quizá un tallo que no soportó la fuerza del ave.
En un mundo de estridencia, eso poco importa.
Pasó en algún lugar de mi corazón.
Mi cara de jugador ocultó a mis semejantes el dolor de un pesado golpe.
Nadie se dio cuenta de la hipocresía de mi sonrisa.
Si por coincidencia los compañeros mencionaban tu nombre
llegaba tu imagen como una miríada de peces.
Todo se fue,
quedó el páramo,
el frío, el estupor, la indiferencia.
Oculto en mi guarida, ya no recuerdo nada y los días pasan
como pedacitos de papel que son arrojados de una ventana de un piso cualquiera.
Rubén García García
Pronuncio despacio tu nombre.
¡Qué escuche el golpe de mi lengua!
como el agua que golpea sobre las lajas
y humedece las estrellas.
Rubén García García
Lava la ropa,
atiende a los hijos,
y se levanta por la noche y los besa.
Él duerme a pierna suelta.
Rubén García García
Hay días
que vuelven.
—Días periféricos—
Los intuyo,
los transito con fingida indiferencia.
es tarde,
—nada regresa de lo que cae—
los vagones se abren
y me veo contigo tomados de la mano
mientras las aves pasaban sin vernos.
Tu cabello bailaba un tango
sudamos mezclados en la sábana.
—El silencio es tardo y explosivo—
Tengo que volver antes de que amanezca.
mañana será ajetreado…
Y, no tenemos después.
De Rubén García García
tu cabello
caía lacio,
y tu frente
esparcía bengalas.
Era un pez
en tu fluidez.
Fuimos,
gacela, felino,
Santos recuerdos;
es mi paraíso
del cual nadie puede expulsarme.
El día se ha ido.
Quedó el almizcle
de tus manos
recorriendo mi espalda.
los besos
son pasos que se alejan.