Sendero
Seamos nieve.
confundamos al mundo
y arribemos a una estepa de blancura.
Huyamos a una hoja blanca.
Nadie sospechará que estamos dentro de la guanábana.
Seremos transparentes por fuera y rojos por dentro.

El blog no tiene propósitos comerciales-Minificción-cuento-poesía japonesa- grandes escritores-epitafios
Puede ser excepcional mente medida o bien verso libre, abarca diferentes temas pero cargado hacia el amor o desamor.
Sendero
Seamos nieve.
confundamos al mundo
y arribemos a una estepa de blancura.
Huyamos a una hoja blanca.
Nadie sospechará que estamos dentro de la guanábana.
Seremos transparentes por fuera y rojos por dentro.
Sendero
¡Ni una pradera!
solo desde mi vista,
la soledad
del árido desierto.
Sendero
Seamos fantasmas!
salgamos al mar
y cuando el sol sea nieve
montaré sobre tus alas con mi guitarra.
¡Salgamos al mar, Evadne!
que hoy los barcos hundidos,
navegaran por ti!
Sendero
Va el ciempiés…
sueña ser mariposa,
camina con sus juanetes
y busca reposo bajo las adormideras.
los vidrios en sus pies le recuerdan la vida.
Si la vida se durmiera:
sin hambre,
sin tristeza,
sin dolor.
¿Sería un placer?
Pero no.
La vida sigue y es un fastidio.
para el seco tinaco,
la hormiga,
y el ciempiés que sueña con ser mariposa.
Sendero
Háblame en secreto,
toca sutil y eléctrico.
Dale a tu respiración.
el diente que me erice.
Con tus manos en Re
Conviérteme en saxo,
y rompe con solos
la plaza de tus deseos.
Sendero
Mi memoria es penumbra,
tarde temblorosa,
Llovizna seca.
Vivencias con ala rota.
Árbol mocho,
deshabitado.
Cantos sordos.
Palabras sueltas,
rendijas de algo.
Lejos se fueron tus pasos.
Olvidaré que soy.
¿Seré mar?
Agua que ahoga las visiones,
memoria de espuma que se abre
cuando el ave se hunde.
y levanta el vuelo llevando un pez hacia las nubes.
Sendero
Qué silencio,
tiene el adiós,
es esqueleto
árbol mudo,
hierba de asfalto que el viento no mueve.
Sendero
Hoy surjo
como fantasma en tu mirada.
Te veo en los quehaceres,
limpiando el cuadro que un amigo te regaló,
ordenando tu ropa,
cepillando tu pelo.
¡Qué gusto!
cuando me cuelo
en tus pensamientos.
y, escucho:
¡Cómo no desear una noche contigo ¡
Me haces sentir una delicada flama
y en un instante
me convierto en el camino que cruza los hombros de la montaña.
Y, cuando te vuelves frío,
¡soy meteorito que desciende a los desiertos ¡
Te gusta que sea fuego,
flor de luz,
Reír,
y llenar de barcos mi cielo…
Cómo decirte que me gustaría estar una noche contigo
El leñador se desperezó estirando el cuerpo. Se calzó las botas y fue por sus arreos. Con el dedo pulgar comprobó el filo. Observó a la lejanía y con una leve inclinación de la testa saludó a los cuatro puntos.
Respiró hondo y de a poco fue moviéndose en círculos, iniciando una danza de gratitud por los bienes concedidos.
Con las manos ceñía el mango del hacha y lo giraba, cortando gajos de viento con el borde plateado. Los tacones de sus botas sonaban en el piso como si miles de potros trotaran sobre la estepa.
Avanzaba, se detenía y daba vueltas por encima del piso. Parecía una libélula. El sudor hacía regatos dibujando el perfil muscular de su cuerpo.
Después la mirada caía sobre los grandes árboles y el sonido de caballos se transformaba en golpes certeros sobre los tallos. Provocando el miedo germinal por los estruendos.
El sudor del cuerpo corría por cordones de cristal… .Las gruesas de leña se disponían como tambores acostados.
Del norte y del sur llegaban vientos que revolvían la oscuridad del cielo. Los hatos rodaban. El leñador corría de un lado a otro tratando de contener los atados.
Enojado levantaba el hacha y las luces que caían sobre filo, se convertían en relámpagos. Poseído, disparaba rayos hacia la luna, hacia la tierra.
El sudor incesante formaba arroyos que al resbalar por los promontorios cuajaban en cascadas ahogando las ínsulas. Al volver a danzar, llegaba la calma y daba fin a la furia cuando se dormía ocupando la mitad del cielo.
Tajín o ciudad del trueno.
sendero
Vuelve del mar
agotado y sin peces.
Solo mudas sirenas
cantaron para él
Sendero
Hubo una mujer que te decía lluvia, apasionada.
Por las tardes, cuando los pájaros volaban en bandada buscabas sus versos.
Tardes inmensas, abrasadoras, que envejecían lentas, piras, carbones errantes, sándalo a la memoria.
llegó el sol de nieve, se fue el agua, cayó la hoja dejando huecos donde antes había murmullos.
Se fue la tarde, los patos, la rosa, y la pupila se vio los gansos.
El adiós tiene terrones con sonidos de un mar prehistórico.
Al abrir el libro queda el esqueleto de una hoja dejada por descuido.
Sendero
Nacieron en mi arca
blancas como las mujeres que he amado.
si hubo sombras fue sólo entre nuestros cuerpos.
Sendero
Murió el poeta,
y había en el silencio…
su voz, sus pasos...
Sendero
El píe pulcro hinca
el talón sobre la cucaracha.
A media noche
la chinche besucona*
besa sus labios.
Y en silencio se va.
*La Triatoma sanguisuga, a menudo llamada «chinche besucona» porque generalmente pica alrededor de los ojos y la boca, puede transmitir un parásito llamado Trypanosoma cruzi. El parásito causa la enfermedad de Chagas, que puede tener complicaciones cardíacas y gastrointestinales graves.