sendero
Estás en un horizonte,
que ni con el pensamiento puedo tocar;
solo con mi corazón.
Aquella lámpara que me regalaste,
dispuesta en mi mesa me sigue alumbrando.
Cuando recuerdo las pisadas del gigante cortando leña en los cielos y el rodar de los troncos, como preámbulo de un zigzag de luz que estalla a un lado. Cobijas mi temor con tu abrazo que detiene los caballos de mi corazón.
Es entonces que prendo la lámpara.
Cuando mis fuerzas se ningunean y creo que me llamas, la luz se prende. Entiendo tu regaño y vuelvo a interrogar el aroma de mi imaginación.
Te sueño, te pienso y veo a mi lado tu sonrisa de niña.
Mi madre es una jacaranda, que da flores en otros cielos.