Poesía de Rubén García García

Sendero

Los meandros del río

reciben las flores

del viejo madroño.

Te encontré de Rubén García García

sendero

Te encontré donde los ríos se unen,

donde el puente es ave dispuesta al vuelo.

Todo llegó como un sueño

con tiempo alterado.

El cielo en ocres;

Ollas de fragua donde el cobre se licua.

El estruendo, el sollozo del agua presurosa.

Ya nada recuerdo;

solo el sabor del aroma de tus labios

en un miligramo fulgente que despierta

en la oscuridad de mi memoria.

Poema de Rubén García García

Sendero

El camello va

dejando a su paso

una huella fugaz.

La tortuga

del desierto

huele a mar.

Me gustas de Rubén García García

Sendero

Me gusta contarte los pormenores; cosas sin importancia. me gusta frotarte la espalda. Platicarte, una vez más, el sueño de conocerte. Oler tu piel de hierba Y vigilar tu siesta de la tarde. Me gusta besar a mi hijo a través de la ventana de tu ombligo. Es sencillo, hasta simple: me gusta ser parte de ti cuando me abrazas.

La vaca por Rubén García García

Sendero

Viendo a la vaca me da por pensar en cámara lenta.

Todos los movimientos que hace son de acción dilatada.

Monótona rumia,

y tira los ojos hacia el horizonte;

así los días corretean a la holganza

Miro la profundidad en sus ojos negros;

y tal parece que intenta resolver un eterno conflicto:

pero nada la saca de su presente. —intuyo,

que sabe que la vida es breve

y que rumear la tiernitud del zacate

es suficiente para disfrutar la existencia.

Poesía de Rubén García García

Sendero

Juego ajedrez

con las luces del cielo.

Tengo caballos,

alfiles, un rey negro,

y una dama que al bailar

tira sus velos.

Danza luna,

Antes de que se vayan los gitanos.

Poesía de Rubén García García

Sendero

el río

con su rumor eterno.

El cuchicheo

al hundir los remos.

El pescador y la palidez,

El sueño y lo soñado

Amar de Rubén García García

sendero

Amar hasta que te duela

y quedarse con la experiencia.

¡Nunca se sabe!

si será el último,

con la mujer,

o con la vida…

¿ y después? de Rubén García García

sendero

Las ideas sin puerto,

son pájaros que se van.

El recuerdo se construye con días intensos.

El hombre tiene riqueza,

cuando es capaz de sembrar sus emociones.

¿Qué ejercicio me darán si después de mi muerte,

hay arboles carentes,

retorcidas osamentas,

donde no sacie un clarín,

y el camino sea un edén de ortigas?

minipoema de Rubén García García

Sendero

¡Esto no puede quedar así!

Quiero una guitarra

que tenga cantos de sirena,

maderas de naufragio

y vientos de fino olor.

la tía de Rubén García García

Sendero

Al secarte te digo que eres mío.

Aliso tu cabello con el peine de marfil que una tía me regaló.

Mientras escojo tu ropa, te visto de capitán y me cuadro ante tu altivez.

Qué placer tenerte a mi lado.

arroparte en mi regazo,

hacerte caricias, morder tus cachetes y meterte en mi pecho…

Vamos capitán, no llores

que ya no tarda tu mamá;

pero te quiero como si fuera, o más todavía.

Me gusta de Rubén García García

sendero

Me gusta contarte los pormenores;

cosas sin importancia.

me gusta frotarte la espalda mientras enjabonas.

Platicarte, una vez más, el sueño de conocerte.

Oler tu piel de hierba

Y vigilar tu siesta de la tarde.

Me gusta besar a mi hijo a través de la ventana de tu ombligo.

Es sencillo, hasta simple: me gusta ser parte de ti cuando me abrazas.

Minipoema de Rubén García García

sendero

Se fue la tormenta

y en la rama del árbol

cuelga un pez de colores.

El alcatraz,

después del sol de la tarde;

me invitó una copa.

Poesía de Rubén García García

Sendero

Me hablas al oído.

Tu voz me guía al enredo,

tus susurros son aves entre la neblina.

Cuando hablas así,

escucho el reverbero de tu boca que me pide.

No me cuchichees al oído

porque respondo a tu silbido,

y después no sé qué me da

por despintar la mora de tus labios.

Poesía de Rubén García García

Sendero

En el pantano,

cantaron al bochorno las chicharras.

“si oyes su canto, -salte dijo mi madre;

alborotan a las ranas,

y ellas, a las víboras.

A las espadas del zacate,

les hice una cama de sol,

y cuando estuvieron a punto de polvo

me hice una almohada.

Me arrulla el canto de las ranas;

y por la mañana me rompen las chicharras.