El microrrelato tiende a subvertir los mitos, a cambiar los papeles con una marcada entonación irónica que hace que el lector se replantee sus certidumbres.
La literatura sigue viva porque se transforma y se adapta. El mito nació como una manifestación folclórica anterior a la literatura y se convirtió en una tradición oral antes que literaria. Pero el mito, dentro de la literatura, también sirve como base estructural, estableciéndose como argumento en las obras o simplemente como adorno u ornato, sobre todo en la lírica. El microrrelato tiende a subvertir los mitos, a cambiar los papeles con una marcada entonación irónica que hace que el lector se replantee sus certidumbres. Lo que ocurre con la mitología ocurre también con La Biblia. Ana María Shua es una experta en recrear las historias bíblicas y dotarlas de un humorismo y humanidad que consigue replantear por completo su sentido. Un buen ejemplo de esto es Casa de geishas (1992), compuesto por tres secciones: “Casa de geishas”, “Versiones” y “Otras posibilidades”. La segunda parte se encuentra en la línea de la reescritura, a la manera de Denevi. Cuentos de hadas y tópicos literarios se reciclan varias veces para mostrar alternativas diferentes sobre un mismo tema. Así, encontramos hasta cuatro versiones de La Cenicienta; en la primera la protagonista es la misma que la que conocemos, una dulce doncella que espera la llegada de su amor. Pero el príncipe nos sorprende con una faceta que hasta ahora desconocíamos, así que el final del cuento cambia por completo:
Cenicienta I A las doce en punto pierde en la escalinata del palacio su zapatito de cristal. Pasa la noche en inquieta duermevela y retoma por la mañana sus fatigosos quehaceres mientras espera a los enviados reales. (Príncipe fetichista, espera vana) (Shua, 2007: 70).
La segunda versión arranca después de la historia que todos conocemos. Cenicienta y el príncipe ya están juntos y, como a la princesa le ha ido tan bien, ahora todas las mujeres abandonan su calzado en las escaleras del palacio para probar suerte. La autora nos muestra entonces la perspectiva de la servidumbre, harta de barrer zapatos de las escalinatas que, además, son inservibles porque no hay dos iguales. En la tercera variación, las hermanastras han conseguido modificar sus pies: ahora el zapato le encaja a tres mujeres. El príncipe no lo duda y decide casarse con la que le ofrece más dote. Finalmente, en la cuarta versión, Cenicienta no es feliz porque ve en su marido la figura dominante de su madrastra. Sobre la historia del sapo y la princesa hay cinco versiones. En ellas se cuestiona la existencia de auténticas princesas, el príncipe acaba convertido en princesa tras innumerables besos o la princesa se convierte en una adicta a transformar a todos los seres mediante besos. Curiosa es la quinta versión, en la que la princesa duda del hombre con el que se ha casado, de su condición humana. Al final del texto, por supuesto, obtiene la respuesta a sus preguntas:
Sapo y princesa V Considerando la longitud y destreza de su lengua, la princesa se interroga sobre su esposo. ¿Fue en verdad príncipe antes de ser sapo? ¿O fue en verdad sapo, originalmente sapo, a quien hada o similar concediera el privilegio de cambiar por humana su batracia estirpe si obtuviera el principesco beso? En tales dudas se obsesiona su mente durante los sudores del parto, un poco antes de escuchar el raro llanto de su bebé renacuajo (Shua, 2007: 86).
La tercera parte del libro, “Otras posibilidades”, parece en principio dispersa, pues hay gran variedad de temas que apuntan en distintas direcciones. Sin embargo, existe unidad, puesto que en estos textos la protagonista es la experimentación con el lenguaje y, además, “se incorporan los discursos de la sociedad moderna, para parodiar e ironizar sus aspectos más curiosos, sorprendentes y hasta burdos” (Siles, 2007: 242). En esta sección es donde encontramos más reflexiones literarias: los géneros, el autor, el lector, las versiones y la intertextualidad aparecen con frecuencia en los textos. La técnica de la metaficción es muy frecuente en el género. A través de este procedimiento los cuentos reconocen que son inventados y nos muestran sus procedimientos de construcción. Pero, además:
Desarman la crítica anticipándose a ella; halagan al lector al tratarlo como a un igual a nivel intelectual, como alguien lo bastante sofisticado como para no sorprenderse cuando le enseñan que una obra narrativa es una composición verbal y no un pedazo de realidad (Lodge, 1998: 304).
En realidad, esta técnica está muy relacionada, de nuevo, con la ironía y el humor, sobre todo en la minificción, pues el autor, al explicar los problemas de construcción del texto, suele hacerlo con la intención de provocar una sonrisa en el lector. Ana María Shua, en todos sus libros de microficción, reflexiona sobre cuestiones literarias;7 sirva como ejemplo este texto, en el que el protagonista carece de los recursos necesarios para elaborar una novela:
Robinson desafortunado Corro hacia la playa. Si las olas hubieran dejado sobre la arena un pequeño barril de pólvora, aunque estuviese mojada, una navaja, algunos clavos, incluso una colección de pipas o unas simples tablas de madera, yo podría utilizar esos objetos para construir una novela. Qué hacer en cambio con estos párrafos mojados, con estas metáforas cubiertas de lapas y mejillones, con estos restos de otro triste naufragio literario (Shua, 2007: 190).
https://sendero.blog/2020/05/29/aprendiendo-minificcion-con-ana-maria-shua-por-rosa-navarro/
https://sendero.blog/2020/05/18/aprendiendo-de-ana-maria-shua-dos-de-rosa-navarro-romero/
https://sendero.blog/2020/05/15/aprendiendo-de-ana-maria-shua-de-rosas-navarra-frag-uno/

Lo leí todo y es genial. Beso.
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Todos los textos? Ya viste que la preparación de cada texto consume esfuerzo, tiempo. Pero la claridad es de lo mejor. Beso.
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Leì todo lo que pude, buenìsimo. Te dije que lo leería.
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