El gato por Rubén García García

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En el enorme hospital notaron la presencia de un gato blanco con una estrella negra en la frente. Por la noche, el gato entraba en alguna habitación y, horas o días después, el enfermo fallecía. Lo miraban con respeto, lo mimaban y le ofrecían lo mejor del menú. Cuando se encaramaba sobre una vitrina, con la cabeza inmóvil y la mirada fija hacia arriba, no tardaron en compararlo con un pequeño dios.

El hospital parecía un cuartel. Por las mañanas, la visita era un trámite llevadero hasta que llegaba «el general». En cuanto aparecía, el silencio se imponía; lo saludaban con más miedo que respeto. Surgía a deshoras, supervisando en medio de la noche con su mirada porcina, ordenando con un “por favor” falso.

Gloria, una enfermera hastiada, decidió ir a su oficina antes del amanecer y entró al anexo donde el pequeño tirano descansaba. Se sentó frente a él.

—¿Qué quiere? —le dijo.

Cuando él comprendió, ella ya se desnudaba. Una hora después, el director dormía como un bebé, y a su lado, el gato blanco con la estrella negra observaba, impasible.

Poema por Rubén García García

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En la tarde fría

se van los pájaros;

también

el tren se ha marchado.

El silencio

se hace espeso

cuando en alguna parte

un grillo canta.

La ventana vacía

extraña el pincel de tus manos…

también a tu mirada

que se perdía en la espesura.

El viento mece el rosal sin flores.

El insomnio por Rubén García García

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Salió al jardín y contempló la claridad pálida filtrándose entre los árboles. Respiró el aire frío, que le penetró hasta los huesos. Eran las seis de la mañana y ya era el tercer día sin dormir. Había probado todo, desde infusiones de hierbas hasta grageas homeopáticas, pero el sueño seguía esquivándolo. Cada vez que los bostezos se acumulaban y se tiraba a la cama, el sueño se desvanecía como un espejismo cruel.

En un arranque de desesperación, sacó del cajón una pistola que parecía de juguete. La frialdad del metal en su mano ansiosa lo hizo dudar por un segundo. Cerró los ojos y apretó el gatillo. El clic fue lo último que escuchó.

Cuando abrió los ojos, pudo observarse, viendo a través del cristal del ataúd. Una araña se columpiaba en la viga del techo, la misma que había visto antier haciendo lo mismo. Antes de fugarse, escuchó la monotonía del rezo, y el aroma del café.

Bajo el volcán por Rubén García García

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Llegamos a vivir cerca del volcán. En las noches de frío intenso te hacías bolita, tu cabeza se recostaba en mis brazos y tus pies se calentaban entre los míos. Próximos a dormir, mi pierna derecha cubría la redondez de tu muslo, dejando escapar su olor a canela.

Ayer dijiste que te robé la frazada y que el frío te despertó. Me reclamaste con enojo, y en tus ojos vi una luz diferente con sabor a quina. Desde entonces, cada uno comenzó a cubrirse. Con su propia cobija.

No puedes conciliar el sueño. Tu cuerpo no responde al acomodo. Yo me cubro hasta la cabeza. Hay una oscuridad que envuelve, fría como la menta. Afuera se oye el chiflido que hace crujir las vigas y azota el manzano.

El nevado, siempre solo, silencioso. Mañana llegan tus padres y sonreiremos.

Insoportable por Rubén García García

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La vio desnuda. Sus pechos erguidos, una luna rosada alrededor de cada pezón, y su pubis apenas un botón oscuro entre sus largas y fuertes piernas. Lo único que desarmonizaba era su cara: trazos rudos, labios delgados, boca amplia y cicatrices de un acné mal tratado.

Respiró hondo mientras sus dedos rozaban el mango de la sierra. El zumbido llenó la habitación cuando la encendió. No podía soportar más su rostro.

Vincent Van gogh

Te llaman por Rubén García García

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La mano que reposaba sobre su cadera llevaba un anillo que reconoció al instante. Era la de Toño, el mejor amigo de su marido, que plácido dormía a su lado. La habitación cortinada en seda con tonos joya la destanteó. Con el corazón acelerado, se retiró la mano de encima. Una vez fuera de la cama y ya vestida, salió hacia la calle. Respiró aliviada al mezclarse con tanto transeúnte

Entonces, detrás de ella escuchó la voz aflautada de su esposo:

—Laura, despiértate, que Toño ya viene en camino.

Susurros, minificción por Rubén García García

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Entrar a una venta de libros de segunda mano siempre me entusiasma. Uno encuentra joyas de la literatura o, entre las páginas, mensajes de puño y letra en los espacios en blanco, cartas debidamente dobladas o mensajes escritos en un breve sobre, incluso boletos de algún evento. Sé que el tiempo se desvanecerá mientras estoy allí. Revoloteo entre montañas de libros. En uno de poemas de una edición de 1930, encontré con letra presurosa una información que intimaba mientras lo leía. Lo transcribo:
«Es tanta timidez o quizás temor. Pero, no soy yo quien tiene que dar el primer paso».
Estaba escrito en la página 15 al lado del poema “Nocturno a Rosario”.
Entró a mi dormitorio como fantasma, ¡por fin! Se sentó en el borde de mi cama y sentí su brazo acariciar mi hombro, empezó a rodear mi cintura. (Por supuesto, yo me hacía la dormida). Se escuchó en la cocina un ruido de trastos y de inmediato se fue.
Entre los poemas de Neruda y García Lorca: «Cuando nos cruzamos en un pasillo, nos rozamos. Su mano de ladrón asalta mi cintura y su aliento cuando se queda en mi cuello me perturba. Una noche oscura, se atrevió a más y yo le apreté la mano, como diciéndole sigue».
La frase estaba entre los versos de Octavio Paz.
«Mañana se irá, solo mi tía, para cuidar a su mamá. Estaré sola.

De «Redacción sin dolor»: pamplinas y patrañas

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Pensamiento para hoy acerca de las palabras «pamplina – patraña»

Estas son dos palabras curiosas que usamos con cierta frecuencia. La primera proviene del latín «papaverina», cuyo origen es «papaver»: ‘amapola’. Nosotros la usamos en plural y coloquialmente para dar a entender «algo con poco fundamento o utilidad»: “No me vengas con pamplinas”.

«Patraña», por otro lado, proviene de la voz latina «pastoranea», que significaba “fábula propia de pastores”. De «pastoranea» pasó a «pastraña» en el español antiguo, y de ahí a «patraña», que significa “mentira o noticia fabulosa, de pura invención”.

Así, las pamplinas y las patrañas no son parientes etimológicas.

Un día será de Rubén García García

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Era ósea, fría. Su mano larga golpeó mi hombro y me dijo: «ya es hora».

El «pastor», «cuando ya no me quieras» «tú mi segundo amor» canciones emblemáticas de México, sus autores. Los «Cuates Castilla»

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Pepe y Miguel Castilla, gemelos idénticos e inspirados compositores nacidos en Veracruz, fueron quienes llevaron la música mexicana (el bolero. el son huasteco y la canción ranchera) por diversos países de Europa y Asia, durante la época de la postguerra, es decir, después de 1947. Como compositores, lograron éxito con canciones que mantienen su vigencia; por ejemplo: “Cuando ya no me quieras”, “El pastor” y “Plegaria guadalupana”. No hay que olvidar que sus primeras incursiones en radio se dieron en la XEB, alrededor de 1929.

Miguel Angel y José Angel Díaz y González de Castilla nacieron el día 2 de septiembre de 1912, en Veracruz. En 1924, a la corta edad de 12 años, iniciaron su carrera de compositores, cantantes y guitarristas, debutando en el Teatro Principal de su tierra natal, Veracruz; hoy en día Teatro Francisco Javier Clavijero.

Autores y compositores, de más de 1,000 canciones de todos los estilos. Las primeras fueron «Tu alma» (1924), la que inicio la era del bolero en América; siguiéndole como afirmación otro bolero que llegó para quedarse «Cuando ya no me quieras» (1928). Ellos se apartaron del estilo conservador de las canciones de sus contemporáneos: Esparza Oteo, Mario Talavera, Tata Nacho, Guty Cárdenas, María Greever, Barcelata. y crearon el falsete Huasteco. Un nuevo tipo de canción mexicana; la canción Huasteca, con el falsete esporádico, largo y sostenido. Las canciones precursoras fueron: «Lamento Huasteco»«El Pastor»«El Repatriado»«Flor Silvestre» y «Plegaria Guadalupana». También lograron éxitos con el folklor de su tierra natal, componiendo una «Bamba», que fue tema obligado del conjunto «Los Costeños», que encabezaba el desaparecido arpista, Andrés Huesca.
Otro ritmo que demuestra su gran genio de inventiva musical, fue el Cha Cha Cha, el cual nace en el año de 1932, Los Cuates Castilla actuaban en un restaurante en la ciudad de Monterrey llamado Azteca; su propietario era Tony Morales, quien dentro de su buen humor, tenía la costumbre de exclamar, para evitar hacer concesiones, la misma frase; cha cha cha…, siempre repetía la misma estrofa, cada vez que algún artista le pedía dinero, A los Cuates les hizo tanta gracia que se les ocurrió dedicarle a su amigo y patrón una Guaracha lenta, entre Danzonete y Habanera, que la titularon así: «Cha Cha Cha Corta»; tres años después, en 1935, llegaron a Cuba y entre todo su repertorio no dejaron de cantar «Cha Cha Cha Corta»; y «Cha Cha Cha Corta», logró un fenómeno pues hizo que todo el pueblo de la Habana repitiera el ritonelo de la canción «Cha Cha Cha Corta» haciendo el movimiento de la tijera con los dedos, Otras de sus composiciones que más se destacó  «Mi segundo amor».

Pero su galardón que merece reconocimiento es que llevaron la canción por todo el mundo «Trotamundos de la Canción». En mayo del año 1974 cumplieron cincuenta años de vida artística, de los cuales 30 dedicaron a viajar por todos el mundo. De 1924 al 28 actuaron en Veracruz. De 1928 al 31 en la ciudad de México. De 1931 al 33 todo el norte de México y el oeste de los Estados Unidos. De 1933 al 35 Hawai, Filipinas, Japón, Hong Kong, Shangai, Indonesia, Singapur, Calcuta, y demás países de oriente. De 1935 al 39 México, Centro América, Venezuela, Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo, Haití, Islas Canarias, España, Francia, Alemania, Austria, Hungría, Rusia, Irán, Grecia, Creta, Líbano y Egipto.
En el año de 1930 grabaron el primer disco que se fabrico en México, también filmaron el primer corto musical que se hizo en México, anterior a la película «Santa», en 1929, asimismo fueron pioneros de la radio comercial mexicana, pues debutaron en la única radiodifusora profesional que existía en México, la X.E.B. en las calles de Madero y Gante. Del mismo modo aparecieron en el primer programa de televisión en el mundo, que se verifico en París, Francia, a fines de 1936.
De 1939 al 40 Estados Unidos, Canadá y México. De 1940 al 49 Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil. De 1949 al 50 Bermudas, New York, Chicago y Boston. De 1950 al 56 vuelven a Europa y actúan en Portugal, Inglaterra, Escandinavia y en todos los países de Europa y Norte de Africa.
Miguel «Cuate» Castilla falleció en la ciudad de México, Distrito Federal, el 21 de junio de 1979.
José «Cuate» Castilla falleció en la ciudad de México, Distrito Federal, el 13 de septiembre de 1994. https://www.elcuerpoaguanteradio.com.mx/los-cuates-castilla-talento-veracruzano/

https://cuatescastilla.blogspot.com/2009/08/miguel-angel-y-jose-angel-diaz-miron-y.html

En este video se mira a los hermanos Castilla en una canción de su autoría, en donde uno no sabe si reir o llorar…

Minificción por Rubén García García

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Haiku de Rubén García García

Se oyen cigarras.

Los cerdos retozan

en el aguachal.

De la revista Publisher, la reseña de «Arrancarte lo que has vivido» de Silvia Cuesy

Silvia Cuesy: premio nacional de cuento Efraín Huerta

La odisea de un joven estudiante de medicina, cuya travesía desde la Prusia natal hasta los terrenos convulsionados de México en la década de 1860, en una epopeya donde los avatares del destino se unen con las vicisitudes de la guerra. La sapiencia intrínseca de Cuesy se manifiesta en la habilidad para destilar la esencia de la historia en una fusión literaria de elevado calado. Su prosa meticulosa desentraña con habilidad los acontecimientos de la época, inyectando vida en cada página con una paleta léxica exquisita. Las contiendas contra los invasores franceses en Puebla y Querétaro, enmarcadas en el telón de fondo de la lucha republicana, se convierten en escenarios épicos donde la medicina y la muerte se entrelazan, siempre de manera trabajada y cohesionada. La obra es un diáfano y claro testimonio de la capacidad de Cuesy para orquestar el lenguaje, conjugando la profundidad filosófica con la evocación histórica de manera subyugante, siempre desde un filtro de entretenimiento accesible y efectivo, nunca pedante ni sobredimensionado. No en vano, Cuesy es graduada en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. La historia, para Cuesy, no es solo un registro de eventos, sino un campo fértil donde las respuestas a las inquietudes emergen a través de la ficción histórica. Su extenso repertorio, desde novelas juveniles hasta biografías de figuras prominentes, demuestra una versatilidad literaria admirable y poco usual. Arrancarte lo que has vivido convence con creces con su trama histórica y con su sobresaliente refinamiento lingüístico. Calidad y cantidad en un libro muy recomendable.

De venta en Amazon y Buscalibre, La Casa del libro, FNAC, El Corte Inglés.

¡Reseña en Publishers Weekly #47 sobre

Arrancarte lo que has vivido! de Silvia L. Cuesy

Caligrama: 24,95 € (488 p) ISBN 978 841980823 3 https://hubs.ly/Q02hYSWk0

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