Ven.
Acercate a la puerta,
escucha el canto de la noche.
Siente el vuelo del murciélago.
No seas floja. Ven…
afuera los geranios danzan
y las nubes acechan a la luna.
El abuelo sostiene el cuerpo de la nieta;
su cabello baila con el viento y contrasta con la quietud del pecho.
Las nubes borroneadas de carbón la cercan
y antes de perderse,
la luna le siembra flores.
Mañana la llevaran,
a la soledad del camposanto.


Muy triste este hermoso poema, Rubén….te invito a leer justamente un poema que acabo de publicar dedicado a mi nieta. Lo compuse en dueto con otra poetisa. Se titula: «Mi niña, corazón de Dios.» Un saludo.
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Qué preciosidad Rubén, me deja el corazón triste porque tengo una y la quiero con locura, no quiero ni imaginar qué sería si me faltara esa alegría de mi vida.
Recibe mi abrazo⚘
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