Callejero

perroSentada bajo la sombra del almendro, una niña mira hacia el caserío imaginando que su perro yace con el lomo quebrado en alguna callejuela. Su mirada es llorosa. Las amigas que pasan la saludan. Algunas acompañadas de sus mascotas.

Está por regresar a su casa cuando siente el roce de un lomo peludo por sus piernas. Sabe qué es. Se hace la indiferente y alzando la voz lo regaña por no avisarle dónde se había metido.
-¡Dos días sin saber de ti! ¡Es demasiado!
El Perro le mueve la cola. Ella no se inmuta. Su mirada profunda se vuelve más triste y avizora que en un futuro, “Callejero” no regresará.

Desde lo más dentro lo regaña con gimoteos.
– ¡No has sido buen perro! ¡Eres libertino, andariego!
El can lame sus manos, chilla, mueve la cola. Ella suspira, lagrimea. Toma de la calle piedras y cerrando los ojos, las tira a no darle y le grita.
– ¡Vete!
Camina dándole la espalda y, después, corre hasta perderse en un punto.

Por qué no fuiste como Esteban

pareja-cafe-blogEsteban siempre sonríe, me busca en todos lados con su mirada y cuando creo haberlo perdido, me asalta con su insistencia, pero se retira en silencio cuando percibe mi indiferencia. En cambio tú… En el bar la penumbra es cómplice. Soy yo la que te besa, la que se desliza entre tus piernas y en mi fantasía deseo poseerte mientras el saxofonista vuela tocando la melodía. Estoy deseando tu embestida, sin voluntad para rechazarte. ¿Por qué no fuiste como Esteban?

Frenesí

mujer derojoSintió una erección tan violenta que por un segundo se sintió adolescente. Tuvo que pasar más de media vida para encontrarla.
-Éres lo que busco, le dijo al oído, sujetándola de las caderas. El perfume de sus cabellos lo enloquecía y sus labios rodaban sin cesar.
Dentro, la barca del infarto desataba sus nudos.

La guerra

OLYMPUS DIGITAL CAMERALos muertos están calientes. Vivieron con la negrura que los abuelos inculcaron. Estamos sin lágrimas, apedreados de la boca. Las mujeres se retiran despacio con sus senos blancos, llenos de leche y angustia.
Se fueron los muertos a pelear en otros silencios, adelgazando sus almas, afilando los odios.

A Cástulo

imagesTe vieron por las calles con las manos de barro ahuecadas como cántaros clamando agua. Me contaron que tus pies desnudos pisaban vientos sumergidos, vacío de tus roperos. El cedro que cuidaste, ahora se lo comen las hormigas, y el maizal apunta con mazorcas sin granos. Campos desiertos de fe, terrones solitarios donde crece la hierba que, ausente de savia, se ha quedado sin tallos.

¿Recuerdas el piano de teclas cabizbajas? Todavía no sabe que enterraste tus años. Me lo contaron sin querer, y yo grité mi dolor sin palabras.

Estoy desordenado, confuso. Anoche sentía que tus cabellos tocaban mi cuerpo. Mientras soñaba, llegaban aromas del viento que respiramos, y yo lo negaba con gritos de silencio. Hubo otras noches que oía tus pasos recorriendo a trote mis latidos y me levantaba habitado de ti. Hoy cantaron los pájaros, eran los mismos que volaban por nuestras tardes de a pie. Sé que nada es cierto, es mi torpeza o mi cuerpo que sueña. ¡Qué difícil es decirme que te espero!

Ratones

untitledÉramos chavales, niños grandes. Al regreso de la escuela pasaba por tu casa que parecía tener en la ventana figuras de ratones. Un día me regalaste una corbata tejida con la palidez de tus manos. Nos citamos por el camino de los pájaros. Te quité tus cántaros, se perdieron espacios y mi aliento sopló en tu barro. Fuimos flauta que el viento hizo sonar.

Mortalidad feliz

Maury PersevelLos senos de la adolescente reposaron en la media cara del senador. Percibiò la fragancia del nardo que abre. Y aceptò sin reclamo que ella serìa su tumba. La corbata de seda que aprieta. La seda de su vientre y la caida al abismo despuès de retozar entre el vainillal del monte.

La flor

floreesEscuché atento. Seguí con la vista la mirada del águila. Estábamos en lo alto de un risco y divisé entre el mar la barca de los pescadores.
– ¿Has notado que el amor tiene muchos caminos? Es como una cabellera: veredas que van, lunas frías que pasan sin retorno, trópicos que los pájaros dejan caer, tejos que mueven el corazón. Fíjate en la piedra salobre donde el mar da las horas. Es una lápida que la gaviota desprecia y donde anidan remolinos de viento. En el medio se da el parto de la vida: hay una flor retadora que se levanta, desafiando al viento, al mar y a la gaviota.

El gato del tejado

Gato en el tejado de zinc calienteMe dicen el gato del tejado porque me gusta trepar a los techos para contemplar a los que pasan. ¿Ven a ese niño de pelo oscuro, ojos grandes y mochila azul? Es Armando. Regresa de la escuela y no se ha dado cuenta de que se va a tropezar. Siempre anda soñando como el ave cuando navega en el cielo. Aquélla es María. Una simpática niña muy amiga de él. Van a la misma escuela y son compañeros de clase.
– ¡Te vas a tropezar Armando! ¡Mira por donde andas! Le dice María.
Él reacciona y evade el tronco, levanta su mano y la saluda con alegría.

Ella también tiene sus sueños. Sueña con ser doctora para curar a su padre y comprende que debe aplicarse en el estudio para que cuando sea grande, su corazón abarque a los que sufren sin quejarse.

El cielo ya se pinta de grises y naranjas, debo regresar; la anciana a la que acompaño estará preparando el café con pan y me extrañará, si no me acurruco entre sus piernas pidiéndole leche.

Ojos

ojosCuando los sueño en mi pecho,  despierto con el aroma de tus cabellos, color de mazorca criolla, y de vientos que hacen bailar a la flor de caña. Corremos por los pastisales de la sabana hasta el mangal,  donde las vacas echadas reposan del capricornio. Buscamos tarro seco y te adiestro en volar cometas. Tomo el papel, e imprimo mi boca y sobre el hilo de la pandorga vamos tu y yo. Juntos. Juntos por siempre, te digo. Aùn de madrugada, se escucha el tren, ruido de vìas y de nuevo me duermo. La mañana es insolente en el asilo.

La noche y ella

Pinar
Entre el pinar el viento tañe la quena. Los pastizales guardan silencio. Sobre la oscuridad del asfalto, en la peligrosa curva se oye el pujido asmático del ultimo camión de pasajeros que conduce a la ciudad. El grito de los pájaros me anuncia su inminente llegada. Si deseo abordarlo es preciso salir corriendo de la cabaña. La neblina fría hace que la media noche sea tenebrosa. No muevo mi mano arqueada sobre la curva de su seno, mientras mi brazo sirve de almohada para la nuca que duerme y suspira. La languidez y el silencio nos envuelven. Nuestros gemidos tiene rato que se fueron. Mañana muy temprano saldré sin despertarla.

Vives en dos mundos

mujer derojoDespierto cuando beso tus caderas. En otro sol descubro el diapasón de tus ojos y la luna de tus hombros.
No estés triste. Recuerda que vives en dos mundos. Soy el de la noche que resbala por tus pestañas y después rodea tus muslos.
No estés triste … son complemento. Así tus hombros… así tus pechos.
En el día eres de él, en las noches vienes conmigo.

Anafilaxia

angel_y_mujer22

La religiosa pedía al ángel que la amara en penumbra, con delicadeza y paciencia. Esa noche él percibió que la caricia corría luminosa y para no romper el encanto, decidió amarla con las alas puestas.

En la oscuridad  hubo gemidos y espuma, y un ángel aleteando intensamente. Al clarear el día, había silencio y un rictus de muerte. Las plumas del ángel se levantaban y caían al compás del viento.

El psiquiàtrico

psiquiatricoEl sol era un coagulo y el cielo tenía naranjas y violetas. escrutò la tierra, el mar y los arrecifes y sonriò
—Hoy amaneció con una cara de dulzura, observó el enfermero.
— Así son estos pacientes furiosos, poco antes de morir cambian. contestó el psiquiatra.