Sendero
a hija del cavador de tumbas, fue al cementerio a dejarle comida a su padre en el momento en que él terminaba de abrir una fosa para exhumar a un cadáver.
En los siguientes días su padre la notó alejada, desatenta.
—¿No has dormido bien?
—No.
—¿Pesadillas?
—No sé
—¿Qué sientes?
—Cuando estoy por dormir, en el letargo, siento un tronco pesado sobre mí. Un rato después respiro asustada, sudorosa y con un cansancio que me dura toda la mañana. Algo baila sobre mí.
La llevaron con la sanadora y les dijo seria:
—A la muchacha se le subió el muerto. Ya nada se puede hacer, como vino se irá.
Meses después tuvo un crío que parecía no tener vida. Creció con la mirada lejana y caminaba engarrotado y dando traspiés. Un día se fue a buscar a su padre. Y ya no regresó. Ximena recuerda al muerto entre sueños y acude al cementerio en la tarde húmeda y gris a sembrar margaritas de monte.


Muy bueno. Algo macabro, pero está muy bien, a veces hay que descansar de caramelitos. Feliz finde.
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Gracias Azurea por dejarme tu impresión. Abrazo y buen fin de semana.
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