Sensibilidad reptiliana de Rubén García García

Para Mi amiga Navi

Tenía un embarazo de ocho meses. luego de desayunar, atendí quehaceres, Llegó mi padre, poco después mi esposo. Me daba un beso en la mejilla, cuando escuché la voz de mi papá.
—¡Ey amigo! Así que ahora anda de clandestino.
— ¡Ah ! ¿lo dice por las gafas oscuras suegro?, es que me arden los ojos.
— Venga y acompáñeme con un café. Era un tono indiferente más cercano al desprecio.
Afuera el sol se ponía bravo con mis rosales.
Después de una breve charla mi padre salió a su parcela. Por la noche, durante la cena mi esposo se mostraba inquieto, como las veces que deseas decir algo, pero no te atreves. Una noche, no pudo más y me confesó en la oscuridad: “me encontré con una vieja amiga en un pasillo solitario, tenía tiempo de no verla y tu padre me vio cuando la besaba. Seguramente el suegro te lo habrá dicho.”. Te equivocas con mi padre, cierto, es una persona sin estudio, pero jamás me viene con chismes” Me di la vuelta, apagando con una mordida en mis labios, el sollozo.

3 Comentarios

  1. Los padres prudentes y leales cuidan, a veces lloran a escondidas también. Bonito relato.

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    1. El amor hacia las hijas es inefable, amiga. Abrazo y bella noche.

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