Sendero
Llegó abrupto y entró como la navaja en un tomate. El mayo soleado dejó paso a un día invernal. Desaparecieron las moscas y el gato fiel a su costumbre fue hacía el tejado, pero se regresó antes de que la puerta se le cerrara. Al fondo del patio la lluvia helada caía sobre el naranjo. Él esperaba un chubasco que lo refrescara y no la insolencia de este frío que lo estremece. Las gotas resbalan por sus hojas. Él no sabe dónde quedó la gabardina. Mi madre con una sábana de plástico lo cubre y protege a los minúsculos botones que mañana perfumaran el viento.
