Sendero
Dejé de comentarte porque me sentí un hombre que hablaba solo. Estabas con tu taza de té meciéndote en el sillón, con tu mirada en la lejanía. Te limitabas a contestarme con monólogos, como desde hace meses lo hacías. Me recluí en los periódicos, y tú en las telenovelas. Desde el balcón veía tu quehacer en el jardín, yo dibujaba. Los hijos, los nietos reunidos era uno de los momentos que disfrutábamos. Tarde nos dimos cuenta que jugábamos en equipos contrarios. ¿Volar? es ridículo. Esta casa la construimos hombro a hombro, es lo que logramos. Aquí viven los años felices, el silencio. Están en mis oídos tus pláticas con el rosal, como sus rosas lo están en mi lienzo.
