Sendero
Al mirarte, me imaginó, que para ti doblar y desdoblar nubes te es cotidiano. Así como tomo mi almohada, que le doy de golpecitos para hacerla confortable a mi cabeza, así harás eso con los celajes. Si me acomodara en tus ojos vería pasar de cerca gusanos presurosos, vacas echadas a la holganza o dinosaurios imponentes que avientan llamaradas de cobre y oro en los ocasos. Por la noche en ese campo de iridiscencias quizá jueges ajedrez con la osa mayor. Podrías decirme que aroma tienen las estrellas, o cuantos secretos te ha contado la luna. No me cabe la menor duda que eres un ser celestial que todos los días miras a Dios. ¡qué terrible debe de ser para ti! Cuando la sed te agobia, tu cuerpo de pino esbelto, con su cuello de mujer ha de inclinarse para beber el agua terrenal.
