Sendero
Ayer cumplió ochenta años y hace más de cincuenta que tolera un dolor de cabeza que se le instala por unas horas y se va. Agrega: «Ay de mí, él siempre tan puntual, que, si no llegara, me preguntaría :¿qué le habrá pasado? Por la noche me despierta y se va. ¡Duermo tan bien! Yo creo que el día que se ausente, me muero.
