Sendero
En el dormitorio había un tiradero de ropa, abundantes libros, una gorra inglesa y una pipa cargada. Tomaba el violín y durante horas se evadía del mundo haciendo vibrar el instrumento. Se animó a leer “carta robada” alabada por la crítica. Poco después abandonaba la lectura. Sabía la trama y el final, que respondía con lo que él había imaginado; y eso, lo alteraba y deprimía. Puso a hervir la jeringa.
