«Hotel la flor» de Rubén García García

sendero

El administrador del hotel “La flor” leyó: si atiende las indicaciones será compensado. Ponga en el mostrador el duplicado del cuarto 313. No nos mire.

Bajaron en silencio las escaleras. El camaleón sacaba la lengua a cada momento y sin motivo alguno. Fueron hacia la administración. El empleado supo que el trabajo se había hecho. Cerraba los ojos cuando lo amarraron, al tiempo que mordía su pañuelo. Sabía que la cacha de la escuadra caería sobre su cabeza.

«Tres mil dolares por un chingadazo en la cabeza, no es mala paga» dijo el Camaleón.

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