compartiendo
«La primera y la última forma de arte»: estas palabras nos traen a la memoria la recomendación de un profesor japonés de «sumie» (pintura a la aguada, que con frecuencia acompaña a los haiku). Este pintor decía a sus alumnos que la práctica de pintar hojas de orquídea a base de una simple pincelada por cada hoja era lo primero y lo último; lo primero que todo aprendiz debe intentar, y lo último que un pintor consumado llega a dominar. Así es, en el campo de las palabras, el haiku.
Tomado del libro de Rodriguez Izquierdo.
