El finado de Rubén García García

Sendero

Es tu hijo, el que fue bendecido por tus desvelos, quien dice: «Qué bien que ya se fue». La esposa y la hija, que llevan años prodigándole cuidados y gastando lo que no se tiene para cubrir sus gastos médicos, se quedan en silencio. La esposa llora y la hija sabe que es por la muerte del finado, quizá por lo que significó en su vida y porque será liberada del infinito cansancio de estar pendiente noche tras noche. Después de que terminen los rezos y la buena gente se despida podrá dormir algunas horas seguidas que desesperadamente reclama su cuerpo.

En la profundidad del sueño la alegría también se expresa con lágrimas.

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