Noticia de Rubén García García

Sendero

Me quedé quieto, en silencio. Ayer caminaba sin preocupaciones. Por la noche me despertó el llanto de mi vecina. Alfredo, su esposo, había muerto. Una semana antes el velador del vecindario fue cruelmente asesinado. Mi esposa que parece que nunca duerme me platicó que los perros no han parado de aullar; el colmo fue cuando lo hicieron en pleno día.

Ya se llevan el féretro, mi mujer estaba a punto de integrarse al cortejo, la detuve. «Te quedas en casa, ya habrá oportunidad de darles el pésame». Se han ido y quedó en el aire un aroma de flores trituradas.

Tomando café en la cocina vi pasar a mi hija. Llegó mi esposa, me dijo: «no sé cuál es tu ansiedad, al final tú y yo tenemos un año…», «¿un año de qué?» —le pregunté. «tal parece, que la volcadura que nos hizo caer al abismo, a ti, no tan solo te quitó la vida sino que también te hizo perder la memoria. Te lo diré una sola vez: estás muerto»

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