Sendero
No me gusta que me agarren la cara!, deja que el viento fresco de la serranía entre y cierre mis ojos. ¡Tú, siéntate! Desde joven odio tener frialdad en las plantas de los pies porque me espanta el sueño. ¡No te quedes tieso! y fricciona fuerte, pero con cariño. No sea que por tenerlos helados, también se me espante la muerte.
