Reflexiones de Vicente Haya(5)

https://destellosdehaijin.blogspot.com/2012/09/conferencia-de-vicente-haya.html

Es en el acento que el haijin pone en algo que echa de menos, constatación por tanto de una ausencia, donde mejor podemos ver el corazón de un poeta que ha elegido como género el haiku precisamente porque le permite ocultar pudorosamente sus sentimientos tras una apariencia fotográfica y fría de la realidad. Lo que diferencia “una rana entra en mi choza” y “una rana sin darse cuenta entra en mi choza” es el aware, la emoción sentida por el poeta, que en este caso ha sido sacudido de arriba abajo por la indefensión de una criatura que inconsciente entra en contacto con el peligroso mundo humano.

Pero, en otras ocasiones, es justo al contrario. Lo que está sucediendo pierde valor una vez que se lo ha situado junto a algo que no está pasando:

二つ居て一つは鳴かず秋の蝉                                             [SONGI]

Futatsu ite                                                  Había dos,
hitotsu wa nakazu                                   pero una de ellas no cantaba
Aki no semi                                               Cigarras de otoño

¡El más veterano especialista en haiku a duras penas logra acostumbrarse a que algo así pueda ser materia poética..! Hay dos cigarras ante el haijin pero una de ellas no canta… Nos preguntamos que sucedió en Songi cuando se produjo el momento haiku. Adivinamos que un incomprensible desasosiego se fue abriendo paso en su alma… “¿Por qué no canta una de esas dos cigarras?”. Tal vez nosotros nos habríamos preguntado lo mismo que él en su situación. O tal vez no; que para eso justamente sirve el entrenamiento del haijin. Lo cierto es que solemos tener por seguro que cada vida se está mostrando plenamente en cada momento, y no acabamos de comprender que una criatura que nació para cantar prive a la vida de su canto…, a menos que algo le ocurra. Ahí es adonde llega el poeta y ahí es adonde llegamos nosotros ahora. A una de esas dos cigarras le pasa algo porque no canta… Lo que sucede engendra lo que no sucede. Lo que no ocurre está ocurriendo de otra forma. La vida y la muerte se entremezclan y se contienen la una a la otra como el yin y el yang.

Podemos pensar el haiku. Esto no quiere decir que un haiku sea el fruto de una reflexión; es el fruto de un asombro instintivo e inmediato. La reflexión viene luego, si así es como hemos decidido entrar en el asombro que lo motivó. Sólo una condición pone el haiku al mundo de la reflexión para dejarse penetrar por ella: que al comentar tengamos la misma ausencia de pretensión que tuvo el poeta al escribirlo.

2) Verbo-sustantivo: “Lo que no sucede” junto a “lo que hay”

La mayoría de las veces, puesto que en un haiku no siempre caben dos verbos (uno en forma afirmativa y otro en negativa), lo que nos encontramos es la negación de una acción y junto a ella un sustantivo (o un sintagma nominal), es decir, una presencia. Algo que hay adquiere más fuerza gracias a eso que no ocurre:

野に山に動くものなし雪の朝                                             [CHIYO]

No ni yama ni                                            En el campo y la montaña
ugoku mono nashi                   nada se mueve
yuki no asa[13]                               La nieve de la mañana

En este haiku de Chiyo, la poetisa acentúa el peso poético de la nieve  mediante una referencia a la incapacidad que nada tiene de moverse (ugoku mono nashi). En el siguiente ejemplo, la tarde de otoño es la que centra la atención, pero -para lograrlo- el poeta necesita que un cuervo pase sin hacer el menor ruido:

秋の暮れ烏最中で通りけり                                                    [KISHÛ]                      
Aki no kure                                               Crepúsculo de otoño…
karasu mo nakade                                  Incluso el cuervo
tôri keri[14]  
                                                 pasó sin graznar…

El crepúsculo de otoño asociado con un negro cuervo: silencio, profundidad, nostálgica belleza, vinculados poéticamente con astucia, nerviosismo, rapiña. Es un haiku dedicado, al fin y al cabo, a un atardecer de otoño que necesita del silencio de un cuervo… ¡Qué extraño y fascinante es nuestro mundo!

Sobre el mismo tema –el aki no kure- contamos, además, con un célebre haiku de Bashô:

此道や行く人なしに秋のくれ                                             [BASHÔ]

Kono michi ya                                          Nadie que vaya
yuku hito nashi ni                                   por este camino
aki no kure[15]                              Crepúsculo de otoño

En el poema de Kishû la tarde de otoño necesitaba del silencio de un cuervo, y, en éste de Bashô, la soledad de un camino. La fórmula utilizada, no obstante, nos causa perplejidad. Por la insistencia en el “nadie”: “No hay nadie que vaya” (yuku hito nashi ni).
Quizá el poeta está detenido y por eso no se cuenta a sí mismo como uno de los que van por ese camino; o quizá es que el poeta no se considere “alguien”, y tanto da si va como si está quieto.
De nuevo el misterio envuelve un haiku, un camino, un atardecer de otoño

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