Reflexiones sobre el haiku(3) de Vicente haya

https://destellosdehaijin.blogspot.com/2012/09/conferencia-de-vicente-haya.html

Dejamos las siempre fastidiosas refutaciones académicas a un lado, pues sería digresión en nuestro estudio actual, y seguimos trabajando desde esta constatación de “algo que no ha sucedido” como expectativa de lo que esperábamos que tuviera lugar:

春雨や蛙の腹はまだぬれず                                                    [BUSON]

Harusame ya                              La lluvia de primavera
kawazu no hara no                                  Todavía no se ha mojado
mada nurezu                               la barriga de la rana

Expectativa quiere decir atenta observación. En esta ocasión, la mirada se ha centrado en una rana que bajo la lluvia -lluvia cálida de primavera- aún conserva seca la barriga. Una percepción mínima proyectada sobre un objeto poético cualquiera: una rana, que no es la luna llena ni el cerezo en flor. Es un misterio, perteneciente a esa serie de misterios del camino del haijin al que nunca vamos a acabar de acostumbrarnos, cómo un ser humano es capaz de atender a algo tan sutil como que la barriga de una rana que recibe la lluvia de primavera esté todavía seca, …y que ello le afecte.

Para transmitir fielmente lo que ha sentido, Buson hace recaer todo el peso del haiku sobre una partícula: mada (que en este caso se traduce “todavía no” porque el verbo está en forma negativa). “Todavía no” no sólo anuncia lo que va a ocurrir y no sólo presupone atención a que una acción se complete. También gracias a este “todavía no” el poeta consigue salvar para el presente lo que al presente le pertenece… Está lloviendo, la rana está bajo la lluvia, está mojándose, pero no está empapada aún en esa lluvia [que para el japonés tiene wabi-sabi (sabor de belleza nostálgica)]. Es ahí donde encontramos agazapado el corazón tembloroso de este haiku. Un haiku que comenzó concibiéndose, quizá, con “una rana mojándose bajo la lluvia de primavera…” y que, finalmente, logra ser magistral gracias a algo que va siendo descubierto a medida que va terminándose de “cuajar” el poema: ese mada, “…todavía no”.

Del mismo modo que en el ejemplo anterior, Bashô parece en el siguiente haiku estar más impresionado de que algo no llegue a producirse que lo que habría estado de haber sucedido lo contrario. Más asombroso aún que caigan unas gotas de rocío es el hecho de que, a pesar de estarse cimbreando las ramas, no caigan:

白露もこぼさぬ萩のうねり哉                                             [BASHÔ]

Shira-tsuyu mo                                         A pesar del baivén de las ramas,
kobosanu hagi no                                   no se cae
uneri kana[8]                                                 el rocío de la aulaga

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