Reflexiones de Vicente Haya (1)

Tomado de https://destellosdehaijin.blogspot.com/2012/09/conferencia-de-vicente-haya.html

lDel haiku japonés conocemos muy pocas cosas ciertas. Es un universo que aún no nos han descubierto sus velos. Pero ya sabemos que el asombro que siente el poeta de haiku por cualquier suceso –por mínimo e intrascendente que nos resulte- obedece a la intuición de que todo aquello que ocurre es sagrado[1].

Ésta ha sido una de las primeras certezas que nos ha revelado el haiku:

Higurashi no                               Una cigarra inesperadamente
fui to hitokoe                                            chirría una vez…
tsukiyo kana[2]                                            ¡Qué noche de luna!

Esa cigarra, esa noche, una vez. Antes y después, el silencio; y algo que llevó “de repente” a la cigarra a cantar, una sola vez. Un aumento de calor, dicen los científicos. En realidad, para los poetas, la pregunta del porqué no tiene sentido. El asombro no es una excusa para el pensamiento. El asombro es un pozo en el que cae el corazón sin porqué.

Lo que sucede lo hace para producirnos un peculiar estado de ánimo que calificamos de “experiencia mística”. Así sea un simple canto de cigarra en medio de la noche. Y, si un sonido puntual es para el poeta japonés una manifestación de lo sagrado, ¿qué debe suponerle el hecho de que el sonido mismo no se detenga?

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