Sendero
No tarda el taxi para trasladarme a la oficina. Él, está mirando a través de la ventana el alboroto que arma la perra persiguiendo a unas palomas. Cuando pienso que no me va a ver, se cruzan nuestras miradas y sonreímos. Me perturba. Mis hijos se han ido a la escuela. Hinco el tacón en el piso de madera, tanto para que el me mire y yo me diga que volar con algo que mañana no estará no es prudente. El taxi ha sonado el claxon. Me despido con un beso en la mejilla, pero siento que él roza sus labios en mi boca. Salgo apresurada. Me descubro cantando una canción “ larala, larala, la vida es una autopista que no tiene regreso”. Le pago al taxista y ordenó que volviera mañana…subo la escalera tarareando la canción.
