Sendero
¡Zas! Se fue la señal, la red y la luz. No quedó más remedio que ir a la iglesia y después al parque central, comprar un “algodón” o una nieve en el quiosco. Citada la amiga, dimos de vueltas alrededor de la alameda. «cómo lo hacían los abuelos». En minutos la neblina lo abarcó todo. Se oían los chillidos de las aves, también los suspiros y uno que otro gemido.
