Sendero
Al escucharte reír deseé besar tu boca de fruta… percibí temblor y brillo en tu mirada. Te conduje a un cuarto solitario de aquella mansión antigua. Sin el vestido negro tu cuerpo de diosa parecía descender. «no puede ser tan facil, es mi día» me dije. Tu boca dulce resbalaba de mi oreja hacía el perfil de mi cuello y se detuvo al encontrar el mejor latido.
