Sendero
Lo tildan de mal amigo. Es pescador. Hace dos años la vida lo arponeo. Perdió un hijo que emigró y fue abandonado por los polleros en el desierto. Meses después murió su esposa. Él, con su soledad. En el amanecer atrapó con la red a una sirenita. Una púber que nada decía, pero imploraba con su mirada y la devolvió al mar. Desde ese día la pesca fue generosa. El cree que no es la suerte, sino que es la familia de ella quien dirige la barca hacia los bancos y regresa colmado. Ayer encontró dos perlas. Los demás pescadores le piden y algunos exigen que les diga su secreto. Él prefiere callar. Mañana será un buen día. No saldrá a pescar; le han invitado mar adentro.
