La suerte del feo de Rubén García García

Sendero

Nadie lo quiere, ni mamá Pato, ni mamá Ganso. «Es su karma» dijo la Rana, docta en ciencias ocultas. Triste nadaba hacia las fauces de Lagarta, cuando fue rescatado. En la veterinaria se le identificó con una especie en vías de extinción. Desde ese momento le dieron atenciones extremas. De vez en cuando le llegaban noticias de sus hermanos. Algunos, a vuelo de mata escondiéndose de la carabina de Elmer. Los gansos perseguidos por su hígado. Los pocos sobrevivientes al reconocerlo se ponían verdes de envidia. La Rana movía la cabeza y a cada salto decía croando:  «Es el karma, es el karma»

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