Estremecimiento de Rubén García García

Sendero

En una clínica clandestina, donde la discreción era norma, el cirujano retiraba los restos fetales del interior. Con el dinero del trabajito obsequiaría a su amante una noche de fiesta. Justo cuando terminaba, identificó el lunar verrugoso del que salían hirsutos vellos, aquél en el que tantas veces depositó la humedad de sus labios.

3 Comentarios

  1. Estoy metidísima en este tema… leyendo los principes de Maine, Reyes de v Inglaterra!! Nunca había leído tanto sobre abortos y nacimienos indeseados…

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    1. Gracias por leerme. En la mini es una ironía, quizá castigo, haber matado a su propio hijo. Basta entrar a unos conventos de la edad media para encontrarse con restos y más restos.

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      1. Era muy habitual… y sin médicos ni hospitales… los bebés aparecían incluso por los caminos al ser desenterrados por los perros. Y bueno… puede que ni siquiera fuera su hijo! 😉

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