La huida de Rubén García García

sendero

 La huida

Con un portafolio bajo el brazo y una pequeña maleta abrió la puerta con precaución. Dio una última mirada a su casa. Dormían. Antes de cerrar escuchó la voz de su hija.

—Por qué te vas? —La luz del foco resbaló por su bata y delineó la silueta de una mujer en plenitud. Se acercó para darle un abrazo y decirle al oído:

—Me proponen un negocio y veré de que se trata.

—No mientas papá, pero respeto tu decisión. —ella sabía que no era cierto, intuía el porqué. Más de alguna vez sintió en su espalda el peso de su mirada.

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