Sendero
Bajo la sombra jugábamos a creer que la nieve caía sobre nuestras cabezas con un sol de treinta y ocho grados; los copos de nieve eran las flores de la limonaria. Le quitaba de su cabello las flores de “nieve” y tarareaba la canción de Lara. ¡Dónde te metes condenada muchacha! gritaba su abuela desde la choza. Y ella al oído decía: «sigue, hasta que grite dos veces más»
