Sendero
Las razones
«Médico, usted me entenderá. Mi mujer si yo digo no, ella dice sí. Los hijos ya hicieron su vida. He estado a punto de hacer mi maleta y salir corriendo, en el último instante me arrepiento. Está tan fea, que no creo que haya varón que quiera juntarse con ella. Desisto y salgo a caminar». Por la tarde me consulta una señora alrededor de los sesenta años, presentable, y me dice: «Ya no aguanto a mi esposo, desde que se jubiló, no sale de la casa y está jode que jode. Me pone tan tensa que quisiera salir corriendo de la casa. Me detengo, y regresó a mis quehaceres. Más calmada tomo consciencia de que él es un tesoro para mi rencor, y es mejor tener con quien pelear que vivir en la soledad.»
