Sendero
Era una mujer que corría en contra de la brisa. zarandeaba sus rizos castaños y la blusa parecía un globo que se comía a bocanadas el aire. La falda enredada a su silueta con su cuerpo de garza impulsándose al vuelo. Blanca de algodones, canela en sus piernas, me llevó tan lejos que cuando mis manos rozaban su pelo de cobre, se perdió en el murmullo de las olas.
En el patio de la quinta una perra ladraba. Contemplé la alborada, no tardaría el sol en mostrarse y yo, en desaparecer.
