sendero
Las mandarinas tienen la piel blanda y olorosa. Caen del árbol con el color del ocaso. Se construyen en gajos simétricos, protegidos por hilos acremados. Un gajo en la boca complace al paladar más exigente, morder y sentir que los flujos dulces te inundan es refrescante. Una mandarina para un sediento es un placer inefable.
¡Por supuesto que no!, la mandarina no es la esposa del mandarín.
