Sendero
Me atrae tu pelo negro y petróleo que se mece al compás de tu paso. Respiro tu aroma de capulines que al viento complace. Me gusta escucharte, tu voz suave como una lluvia que platica con el tejado. Sueño con vivir contigo mirando la vastedad; el barco que se hunde en el horizonte. Es una pena que pases tomada de la mano fina, larga, y un carro nuevo que lo presume como suyo.
Es un empleado que cuida los coches, y que desagrado que tu intuición esté desorientada, por decir lo menos.
