Sendero
Volar da hambre de Rubén García García
Corro por desiertos y laderas de nieve. Voy por los tejados abrasados y me da por brincar tan alto que vuelo. Volar rozando las olas. Volar entre flores y salir con olor a jazmín. Mirar desde el cielo a los pescadores que llegan al puerto y retornar por callejones trenzados con piedra y laja. ¡Ahh! el aroma sagrado del pan y caminar con pisadas de gato hacia la cocina y tomar una pieza dorada y esponjosa. «Solo así te paras haragán”—me dice la compañera.
Ella no sabe que volar da mucha hambre.
