
UNA INMORTALIDADEl poeta de moda murió, y levantaron una estatua. Al pie grabaron uno de los epigramas que le valieron la inmortalidad y que ahora provoca la indiferencia o la risa, como la chistera, el corbatín y la barba de chivo del pobre busto. El Infierno no es de fuego ni de hielo, sino de bronce imperecedero.CARLOS ALMIRA (Castellón de la Plana, 1965).
El microrrelato de los viernes: Dos micros en torno a la escritura — Aire Nuestro