Sendero
Es una mujer musical. Si la muevo se estremece y escucho una avalancha de semillas por sus paredes.
De su espalda llegan suaves vientos que me llevan a sentir los oboes al caer la tarde.
Oculto mi perfil en su cuello, y vibra el tam tam con el pulso de un baile de oscuridades.
La dejé ir. Mi corazón exhausto, azuzado por el azogue de su ombligo, jamás pudo seguir su ritmo.
Mis ojos la vieron correr por la sabana, justo cuando el ocaso se hacía más crepúsculo.
